El edificio número 666 de la 5ª Avenida de Manhattan, el Thisman Boulding, ha acogido numerosas concentraciones y manifestaciones de grupos evangélicos radicales, obsesionados con la inmediata llegada del anticristo.
Rodeado de iglesias importantes, se encuentra en la misma calle, y a solo cien metros de la catedral de New York, pero en la acera de enfrente. Pero esa no es la razón por la que obsesiona a los grupos fundamentalistas. Sino porque en lo alto de ese rascacielos, un gigantesco 666 preside los cielos de Nueva York, justo por encima de la principal iglesia católica de Manhattan; San Patricio.
Durante el día, ese enorme 666 pasa mas desapercibido pero, al caer la noche, los potentes neones del Thisman Boulding se encienden, y un siniestro 666 de color rojo se ilumina en lo alto de la noche newyorkina. Para muchos amantes de la conspiración iluminati, y de las profecías del Anticristo, las oficinas de la Fundación Rockefeller, en el Thisman Boulding, son las responsables de esa provocación. Porque el apellido Rockefeller, como el de otros poderosos dirigentes de la economía internacional, ha sido siempre vinculado al Anticristo por diferentes grupos fundamentalistas cristianos.
De hecho algunos autores evangélicos, que han sido auténticos éxitos editoriales tanto en el norte como en el sur de América, han ido más allá en sus conjeturas sobre el 666, la economía mundial y el Anticristo. Dos de los mejores ejemplos son las predicadoras evangélicas Carmín Ramos y la no menos alarmista Mery Stewart Relfe.
Esta última publicó dos libros, clásicos ya en la bibliografía apocalíptica, titulados "Cuando el dinero falla" y "El nuevo sistema monetario" (ambos publicados en España por editorial evangélica CLIE). Stewart Relfe, como tantos otros estudiosos de último libro de la Biblia, partió del supuesto de que el relato de Juan en El Apocalipsis, no es una visión equiparable a la de cualquier otro médium, contactado o vidente, sino que es una descripción exacta de lo que aguarda a la humanidad en un futuro inminente. Así pues, se puso a buscar en la prensa, los informativos, y medios especializados, una pista que le pudiese indicar donde se ocultaba ese 666 que revelaría la herramienta que Satán utilizará para acabar con la raza humana e imponer el reino del Diablo en el planeta... Estudió las fechas de los principales conflictos bélicos; calculó la proporciones de las superficies nucleares del planeta; computó las equivalencias númericas a los nombres de los principales políticos; conjeturó sobre las cantidades de armas en los arsenales internacionales... pero no terminaba de encontrar un 666 lo suficientemente evidente como para anunciar que había desenmascarado la táctica de "El Adversario", así que siguió buscando. Buscó, buscó y buscó, y como era de esperar, encontró.
Sus libros "Cuando el dinero falla" y "El nuevo sistema monetario", relatan su aventura tras la pista del Anticristo, al descubrir que en el código de barras, que controla ya la economía internacional, se ocultaba el número 666.
Steward Relfe supuso que, si el versículo 17 del capítulo 13 del Apocalipsis insistía en que "nadie podrá comprar ni vender" sin la marca de Satán, debería orientar sus pesquisas hacia el mundo de la economía. Y así se encontró con el código de barras, un ingenioso sistema de clasificación informática, que se haya impreso ya en la práctica totalidad de productos comerciales que podemos adquirir en todo el mundo. Pues bien, Mary Steward consiguió localizar la empresa de diseño informático que había diseñado el sistema y averiguó, con sonrisa triunfal, que cada una de las tres barras dobles que aparecen en cada código de barras simbolizan un 6, “la clave sexagesimal que decodifica toda la información acumulada en el código”. Es decir, que en cada uno de esos códigos de barras impresos en todos los productos comerciales de la sociedad contemporánea, se oculta un 6, 6 y 6.
El “descubrimiento” de Mery Steward puede parecernos increíble, sin embargo cayó como un mazazo en la comunidad evangélica norteamericana, convencida de haber descubierto una pista sólida de las maniobras del Anticristo. Y de EEUU el alarmismo contra el código de barras llegó a Europa. En España, personajes tan influyentes en los círculos fundamentalistas cristianos, como Francisco Sánchez Ventura, editor de la revista María Mensajera, autor de numerosos libros sobre fenomenología mística y autor de la capilla erigida en Garabandal a petición de la “Virgen”, se convirtió en uno de los principales defensores de la teoría del 666 en el código de barras. Y su opinión era especialmente respetada en los círculos fundamentalistas, entre otras razones porque Sánchez Ventura, además de un devoto católico, y un hombre entrañable, había sido catedrático de economía. Y como veterano economista, resultaba especialmente inquietante escucharle afirmar en sus numerosas conferencias, no sólo que el 666 regía ya las finanzas internacionales, sino que toda la información de los códigos de barras es procesada en el colosal ordenador central de la Comunidad Económica Europea en Bruselas, conocido popularmente como “La gran Bestia”…
El “descubrimiento” de Mery Steward puede parecernos increíble, sin embargo cayó como un mazazo en la comunidad evangélica norteamericana, convencida de haber descubierto una pista sólida de las maniobras del Anticristo. Y de EEUU el alarmismo contra el código de barras llegó a Europa. En España, personajes tan influyentes en los círculos fundamentalistas cristianos, como Francisco Sánchez Ventura, editor de la revista María Mensajera, autor de numerosos libros sobre fenomenología mística y autor de la capilla erigida en Garabandal a petición de la “Virgen”, se convirtió en uno de los principales defensores de la teoría del 666 en el código de barras. Y su opinión era especialmente respetada en los círculos fundamentalistas, entre otras razones porque Sánchez Ventura, además de un devoto católico, y un hombre entrañable, había sido catedrático de economía. Y como veterano economista, resultaba especialmente inquietante escucharle afirmar en sus numerosas conferencias, no sólo que el 666 regía ya las finanzas internacionales, sino que toda la información de los códigos de barras es procesada en el colosal ordenador central de la Comunidad Económica Europea en Bruselas, conocido popularmente como “La gran Bestia”…