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viernes, 12 de julio de 2019

PETRA: LA MAGNIFICA CIUDAD ROSA DEL DESIERTO

Manuel Carballal ante uno de los obeliscos de Petra


Don Felipe de Borbón no fue el primer ni el ultimo príncipe que visito la joya arqueológica de Jordania. Un lugar fantástico que ha estimulado la imaginación de aventureros y exploradores durante siglos. 

“La ciudad de Petra se levanta en un valle escondido en el interior de un circo de montañas, las cuales son muy escarpadas y están cortadas a pico por su parte exterior. En la ciudad abunda el agua, con la que se riegan huertos y jardines. El territorio exterior a esta muralla anulas es desértico, sobre todo hacia el oeste...". Esta breve descripción, que un geógrafo griego escribió hace dos mil años, desató la imaginación de aventureros y exploradores, hasta que en 1812 Johann Ludwig Burkhardt redescubrió Petra tras siglos de haber permanecido olvidada y perdida en el desierto jordano. 

Petra se encuentra a unos doscientos sesenta kilómetros de Ammán, capital de Jordania. A través de la moderna autopista Rey Hussein cubrimos esa distancia en poco más de tres horas. Veinte kilómetros después de dejar atrás Maan, adentrándonos ya en la zona desértica, y cuando todavía nos restan 10 kilómetros hasta Petra, avistamos ya la cadena rocosa que la flanquea. Realmente resulta difícil adivinar que dentro de aquella cordillera, protegida en las entrañas de la tierra, se oculta la prodigiosa ciudad rosa del desierto. 

Diodoro de Sicilia escribió: "Las caravanas transportan al mar Mediterráneo incienso, mirra y diversas especies llegadas con las caravanas desde la Arabia Feliz... En el país de los nabateos se alza un peñasco sumamente sólido ("Petra" en el texto griego) con una sola subida, y al cual únicamente ascienden unos pocos para suministrar víveres... Es un lugar muy firme pero sin murallas y dista de la comarca habitada dos días de viaje". 

Petra es el nombre griego, que significa piedra, pero ya Flavio Josefo la menciona en su "Antigüedades Judaicas" señalando que en tiempos de Moisés se llamaba Arke. Con el paso del tiempo fue conocida como la Batra árabe, la Sela hebréa, etc. En el siglo IX a. JC. fue el rey de Judá Amazias, quien la bautizó como Jozkil. Pero a pesar de tal variedad de nombres, para la mayoría de autores el nombre original de Petra fue Reqem que significa "tela de multiples colores", un nombre muy propio para describir la espectacularidad de las paredes de Petra. 

No está muy claro quien construyó Petra, pero si puede datarse el inicio de su protagonismo histórico. A partir del siglo VI antes de cristo el pueblo nómada de los nabateos se asentó en la magnífica ciudad de piedra rosa del desierto jordano de Edom, aunque el origen de aquellos árabes pre-islámicos es casi tan remoto e incierto como el de la misma Petra. La tradición bíblica los hace descender del hijo mayor de Ismaél, Nebayot, nieto a su vez del patriarca Abrahán. Lo que si está claro es que la grandeza y opulencia de los nabateos en Petra era conocida en todo el contorno. 

El geógrafo griego Estrabón cita en sus crónicas clásicas la grandiosa capital del imperio nabateo que, según Estrabón, estaba gobernada por un rey al que gustaba celebrar grandes fiestas, en las que nadie bebía mas de once vasos de exquisito licor en recipientes de oro siempre distintos. 

Poco se sabe de la historia de Petra antes de los nabateos, salvo que estos sucedieron en su conquista a los edomitas. Las primeras noticias de este "cambio de gobierno" de Petra datan del 312 a. JC. cuando los generales de Antígono Monoftalmos, lugarteniente de Alejandro Magno, intentaron en dos ocasiones conquistar la inaccesible "rosa del desierto". 

Su estratégica ubicación en la ruta de las caravanas, que une el Mar Rojo, Egipto y Arabia con Palmira, Damasco y Gaza fueron la causa de su espectacular desarrollo. El simple cobro de un peaje a las caravanas de especies, oro, plata o sedas procedentes de China e India con destino al mundo mediterráneo y grecorromano posibilitó que Petra acumulase gran fama y riquezas. Su esplendor llegó a su punto más alto durante el reinado del monarca Aretas III, quién vivió en el siglo I a. JC. Bajo su gobierno el dominio del imperio de Petra llegó desde Salah, la actual Arabia Saudí, hasta Damasco, capital de Siria. En ese periodo Petra podía contar con una población estable de unos 30.000 habitantes. Sin contar con los centenares de peregrinos, comerciantes y camelleros nómadas que la visitaban periódicamente. 

Petra fue un reino poderoso e independiente hasta que en 106 d. JC. Trajano la anexionó a la provincia de Arabia. A partir de entonces la ruta de las caravanas se desplazó hacia el norte, hasta Palmira, y la espectacular ciudad pétrea fue cayendo en el olvido. 

En el siglo XII se hicieron algunas referencias a la olvidada Petra por parte de una fortaleza de cruzados que se estableció en sus cercanías. Referencia que inspiró a Spielberg para situar a los cruzados custodios del Santo Grial en el mismo "Templo del Tesoro del Faraón" que recibe a los visitantes de Petra al final del escarpado Siq. 

MISTERIOS DE PIEDRA 

Los obeliscos de Petra son extremadamente numerosos, al igual que en Egipto. Y si algunos obeliscos faraónicos, como los de Luxor, Karnac, Heliópolis, etc, nos impresionaron por su tamaño, los obeliscos de Petra nos sorprendieron por su técnica de construcción. El la parte alta de la ciudad, muy cerca del "altar del sacrificio" (donde algunos investigadores afirman que se producen extraños fenómenos), se erigen dos obeliscos separados entre si por justo 33 metros. Pues bien, esas erectas torres no fueron construidas y transportadas, sino que toda la parte superior de la montaña fue rebajada siete metros alrededor de los mismos para que estos quedasen erigidos en el mismo lugar, como si fuesen dos grandes antenas de piedra forman parte de la misma montaña. Podemos imaginar el inmenso trabajo que supone rebajar toda una montaña, pero no podemos imaginar porqué hicieron esa colosal obra, en lugar de construir los obeliscos y simplemente plantarlos en ese mismo lugar. 

El teatro, un auditorio de 33 filas con capacidad para 3.000 espectadores; los templos; los cientos de nichos mortuorios o betilos; y los centenares de construcciones escarbadas en la roca impresionan a todo viajero. 

Actualmente las excavaciones arqueológicas continúan. Los balazos en la corona del "Templo del Tesoro del Faraón", originados en los disparos de muchos buscadores que creían que ahí se ocultaba el tesoro, son solo cicatrices del pasado. Afortunadamente los arqueólogos no son tan radicales, y donde si han descubriendo nuevos elementos arqueológicos es en las entrañas de la montaña. Justo debajo de El Tesoro, donde en estos mismos instantes se están realizando excavaciones. 

LOS DIOSES DE LA FERTILIDAD 

Y mas al sur solo el desierto de Wadi Run… Los paisajes en estas latitudes son conmovedores. Pero merece la pena abstraerse unos instante de las sobrecogedoras puestas de sol en el desierto para detenerse a analizar los petroglifos y grabados rupestres que salpican las rocas, cavernas y montaña del Wadi Run. 

Especial interés tienen los cérvidos y escenas familiares que se encuentran unos kilómetros al sur del Campamento de Yerel Ram. Y mucho más aun los inquietantes grabados de antropomorfos y figuras humanoides que salpican algunas cuevas que, según los guías locales, representan a los dioses de la fertilidad. A estas grutas acudían, dicen, las mujeres en edad de concebir, para ser tomadas por sus esposos, ante las atentar miradas de los petroglifos humanoides, que representaban a las divinidades de la natalidad… 

JERASH: LA DE LAS MIL COLUMNAS 

Situada al norte de Amman, y pese a su esplendor histórico y arqueológico, la ciudad de Jerahs se ha visto completamente eclipsada por la espectacular Petra, sin embargo no resulta recomendable abandonar Jordania sin visitar esta antiquísima ciudad. 

Habitada desde el periodo neolítico, Jerash vivió un periodo helénico, bizantino, omeya, etc. aunque fue con los romanos cuando Jerash alcanzó su mayor esplendor. 

Sus colosales columnas, erectas hacia los cielos, se recortan en el paisaje, rodeando el Templo de Zeus, el Hipódromo, los dos Teatros Romanos, el Ninfeom o la mezquita Omeya, aunque sin duda una especial atención merecerá el Arco de Adriano, construido para recibir la visita del emperador romano a Jerash, allá por el año 129. 

Todavía hoy, en el año 2004, artistas de todo el mundo se dan cita, durante el mes de Julio, en el anfiteatro de Jerahs, como cada año, desde hace siglos, para celebrar el festival artístico, teatral y de danza más importante de Jordania.



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