El oscuro e irracional mundo
de las hermanas Cronfel
Años después de que las hermanas Cronfel hicieran pública la falsa noticia de que J. J. Benítez estaba en coma tuve la oportunidad de entrevistar a Juan Cronfel, hermano mayor de Sonia e Hilda.
Juan quería legitimar a sus hermanas, asegurando que nunca intentaron perjudicar emocionalmente a la familia, amigos y seguidores de Benítez. Y de su mano tuve la oportunidad de conocer y comprender los oscuros mecanismos psicológicos que las impulsaron a publicar aquellos anuncios. Y a conocer la irresponsabilidad de quienes escribimos sobre ovnis o anomalías, sin ser conscientes de cómo pueden influir nuestros escritos en mentes enfermas o inmaduras…
Explica Juan Cronfel de sus hermanas que «su confusión mental se volvió obsesiva al punto de creer que J. J. Benítez era el hombre llamado (por el Ser Supremo) a ser pareja de Hilda, y que Benítez tenía un supuesto hermano llamado Jorge, que era el hombre destinado a Sonia Cronfel. Y que ambos, y mucha otra gente buena, estaban secuestrados en prisiones subterráneas suplantados por «clones», ya que esa tecnología —según ellas— existía desde hace más de cuatro decenios, en poder de una élite que llamaban mandamundo, y que incluye a masones, sionistas, rosacruces, etc., que no eran sino marionetas de la «élite principal».
Según me explica Juan Cronfel, sus hermanas sacaron muchas de sus ideas del libro El misterio de Ummo, de Antonio Ribera, «y las distorsionaron». Y también «de la revista Año Cero, donde se tocan temas no solo de ufología, sino también de tecnologías superavanzadas en manos de supuestos extraterrestres (que para ellas estaban en manos del mandamundo)».
Al estilo del affaire Ummo original, Sonia e Hilda, y los seguidores que participaban en sus reuniones en Madrid, recibieron un anónimo en el que las informaban de que el verdadero J. J. Benítez había sido secuestrado y asesinado en un laboratorio subterráneo, y solo permanecían vivos clones de Benítez, «solo que nueve meses más viejos que el verdadero J. J.».
Según palabras literales de Juan Cronfel: «Los autores del anónimo fueron tan diabólicos y expertos (siempre sospeché de una pareja amiga de ellas), que no dejaron huellas. Lo introdujeron en el buzón con guantes, obviamente, y la letra del anónimo estaba hecha con una regla…».
A pesar de lo doloroso que le resultaba a Juan recordar todo ese embarazoso episodio, la familia Cronfel, y yo con ellos, cree que esta confesión puede ayudar a otras personas susceptibles de ser influenciadas por sus creencias esotéricas o ufológicas, capaces de distorsionar la percepción de la realidad por ser especialmente sensibles o estar enfermas: «Su creencia de que estaban destinadas a casarse con J. J. Benítez y con Pedro Jorge Benítez surgió de su propia mente enferma al leer el primer tomo de Caballo de Troya»… Nunca conocieron personalmente a Benítez, sino que fue a través de Caballo de Troya y de ciertas «comunicaciones telepáticas» (producto de su enfermedad), en las que «conversaban con J. J. y su supuesto hermano».
Según me explica Juan, sobre Ummo solo leyeron en Año Cero y luego compraron el libro de Ribera para conocer más de ufología, ya que para ellas era imposible que el verdadero J. J. Benítez escribiera que el origen de Jesucristo no era humano, sino extraterrestre, «ya que los ovnis sí que existen, pero en manos de la élite mandamundo, no de los extraterrestres».
«Todo esto —continúa explicando Juan Cronfel, que insiste en limpiar el nombre de sus hermanas de relación con secta alguna— eran elucubraciones y conjeturas de su propia mente enferma, y sus supuestas conversaciones telepáticas con el verdadero Benítez, con Bush padre y con Ariel Sharon principalmente. Estas falsas creencias y falsas verdades nunca provinieron de ninguna secta.»
Habla Juan Cronfel
La historia es impresentable, lo sé, pero todos los delirios lo son. Y aun consciente de que la redacción es árida y a veces irritante, voy a respetar la literalidad de las respuestas de Juan Cronfel a mis preguntas. En primer lugar porque es un documento único, ya que jamás se había publicado, por boca de una fuente directa, qué se escondía detrás de aquellos anuncios en El País. Y en segundo lugar porque creo que esa literalidad, pese a dificultar la lectura, transmite mejor que ninguna adaptación el caos emocional y las paradojas absurdas y contradictorias que pueden construir una creencia irracional, que desemboque en un final tan dramático, cruel y brutal, como el que aguardaba a las hermanas Cronfel…
—Juan, hace unos años sus hermanas acapararon la atención de la comunidad ufológica internacional al verse involucradas en un extraño asunto. ¿Por qué hicieron insertar sus hermanas ese anuncio en la prensa española?
—Esta historia se remonta a 1988 y 1989 cuando mis hermanas, Hilda y Sonia Cronfel, fueron engañadas por una pareja de un filipino y una española (Pepa), quienes aprovechándose de que mis hermanas tuvieron que viajar a Miami, para ayudarnos a cuidar a mi cuñado, el esposo de mi hermana mayor, Diana, quien estuvo durante catorce meses sometido a quimioterapia y a cuatro operaciones de limpieza de un tumor cerebral canceroso. Y dejaron a esta pareja encargada del mantenimiento y del cuidado de las plantas de su domicilio, prestándoles la llave, cuando fueron informadas que los «ladrones» habían penetrado al apartamento de ellas llevándose todo lo que había de valor.
—Y esa pareja de presuntos estafadores, ¿fue responsable de las cartas anónimas que incitaron a la publicación de los anuncios?
—Tras el robo, primero se sospechó de Manolo, el vigilante, ya que él tenía una copia de la llave, pero al final la verdad salió a la luz y supimos que fue obra de Pepa y el filipino. Ellos conocían bien a mis hermanas y estaban enterados de que ellas se desilusionaron de J. J. Benítez al leer su Caballo de Troya I, donde establece un origen «extraterrestre» a Jesucristo. Mis hermanas nunca pertenecieron ni pertenecen (al igual que el resto de mi familia) a secta o religión alguna. Es más, para nosotros es necesario saber y no creer. Las creencias (y aquí coincidimos con el gran maestro Krishnamurti) son solo fuente de división, de dolor y guerra (conflictos) entre los seres humanos. Esta pareja (Pepa y el filipino Bob) fue la que envió a mis hermanas el anónimo notificando que el verdadero J. J. Benítez estaba secuestrado, había sido asesinado, mientras que el J. J. Benítez público era un mero «clon». Y precisamente fue el propio J. J. Benítez quien acusó a mis hermanas de pertenecer a una secta diabólica (que no ufológica). Y de lo cual soy testigo presencial, pues yo me encontraba en Madrid y escuché la conversación telefónica entre Benítez y mi hermana Hilda. Luego, mis hermanas se presentaron al juez en Madrid, donde se estableció que el anónimo no había sido escrito por ninguna de ellas. Lo de que ellas, y en especial Sonia, pertenecían a una secta llamada los Amigos de los Hermanos de Ummo apareció en Internet y ni ellas ni nadie de mi familia sabía siquiera qué era Ummo. Deseo establecer que mis hermanas y mi familia NUNCA hemos creído en extraterrestres, pero sí en los ovnis, que son producto de tecnología stealth [«furtiva»] muy avanzada y que está desde hace más de cincuenta y cinco años en manos de los mandamundo… Posteriormente, compramos un libro de A. Ribera y el Libro de Urantia (que leímos en inglés) para informarnos sobre los tales ummitas y el gran fraude de J. J. Benítez cuando fue acusado y demostrado que sus famosos Caballo de Troya I, II, etc., no eran sino una copia del Libro de Urantia. Repito, estos libros se adquirieron para información, pero no sugieren siquiera que tuviéramos o tengamos creencias en extraterrestres y, mucho menos, pertenezcamos a secta, o creencia alguna.
—Por tanto, nunca podría decirse que sus hermanas lideraban una secta, y sería más justo decir que eran víctimas de sus propias pasiones y creencias…
—Mis hermanas nunca pertenecieron ni pertenecen, mucho menos dirigieron, a una secta diabólica ni ufológica. Creo que ese punto ya está más que claro.
—¿Quién fue, por tanto, responsable de la publicación de aquellos anuncios que tanto daño causaron a la familia de Benítez?
—Su animadversión contra Benítez vino porque Pepa y el filipino les dijeron que tenían información confidencial de que el verdadero J. J. Benítez estaba secuestrado y suplantado por un «clon»… Además, ellas estimaban mucho a J. J. Benítez, pero fueron víctimas de la confusión mental por causas que no podemos precisar, que supuestamente les administró esta pareja sin que ellas ni yo nos enterásemos de que un brainwash [«lavado de cerebro»] era administrado a mis hermanas en pequeñas dosis por parte de esa pareja en la que ellas confiaban. En Caballo de Troya I, Benítez aseguraba prácticamente que el origen de Jesucristo era extraterrestre. Su peor error fue confiar ingenuamente en esa pareja que después descubrimos hicieron el anónimo que llegó al apartado postal de Santa Cruz de Marcenado 20, en Madrid.
Un epílogo dramático
Puedo dar mi palabra de honor al paciente lector de que a pesar de lo absurdo, irracional y delirante del mundo imaginario en el que se movían «los amigos de Ummo», no es una excepción. Quien esto escribe ha tenido la oportunidad de convivir con diferentes sectas y grupos esotéricos, y una de las características de todos ellos es la retroalimentación. Dibujamos nuestro mapa del mundo y de la realidad en función de nuestras experiencias personales, pero sobre todo basándonos en lo que leemos y escuchamos. Y cuando escogemos leer y escuchar solo cosas que reafirman nuestros prejuicios y creencias, no encontramos contradicción, y dichas creencias se van afianzando y radicalizando. Y eso ocurrió con Sonia e Hilda.
Ellas no eran investigadoras. Y se limitaron a recibir la información sobre Ummo y los ovnis que encajaba en sus prejuicios. No sabían que hace muchos años que descubrimos quién era el autor del fraude de Ummo, y que ya lo habíamos desenmascarado.
Y no me gustaría estar en la piel de esos periodistas y divulgadores de misterios que, con sus artículos, libros y programas irresponsables, contribuyeron a fomentar y reforzar las creencias irracionales de las hermanas Cronfel y de millones de lectores tan ingenuos como ellas.
Tras el escándalo, Sonia e Hilda volvieron a Honduras. Y debemos entender que sus creencias continuaron radicalizándose, hasta volverse autodestructivas.
El lunes 13 de mayo de 1996 el diario La Nación publicaba la siguiente noticia que cerraba el expediente del caso, y a mí me dejaba sumido en una profunda tristeza:
Investigan muerte de dos hermanas en interior de casa.
Tegucigalpa (ACAN-EFE)
La Policía hondureña investiga las causas de la muerte de dos hermanas en el interior de su casa en una zona residencial de Tegucigalpa, se informó ayer, domingo.
Las víctimas son Sonia e Hilda Cronfel Kawas, de cuarenta y cuatro y cuarenta y un años, respectivamente, originarias de la ciudad puerto de La Ceiba, en el Caribe hondureño. Una fuente policial indicó que una de ellas recibió dos impactos de bala, mientras que la otra murió a causa de un disparo en la boca, por lo que se presume que una de ellas mató a la otra y luego se suicidó. Una pistola calibre 3.57 fue encontrada junto a uno de los cuerpos de las mujeres, hijas de Abud Cronfel, quien reside en Estados Unidos.
Se descarta la posibilidad de que el crimen haya sido cometido por asaltantes, en vista de que en el interior de la residencia no se encontraron evidencias, dijo un oficial de la Fuerza de Seguridad Pública. La muerte de las dos mujeres se registró entre las 3.00 y 4.00 horas locales [del] sábado (9.00 y 10.00 GMT), según el informe policial.