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La solitaria búsqueda de Dios
Yo creía que sólo Jesucristo es “el camino y la verdad”, y ningún ser humano puede alcanzar la salvación fuera de ese camino (Juan 14,6). Pero un día descubrí que el 80 % de los habitantes de este planeta no conocen siguiera la existencia del Jesús histórico, o simplemente siguen otras religiones. Y pensé, ¿están condenados al infierno 1300 millones de chinos, 1150 millones de hindúes, etc?.
Yo creía que los milagros eran el “signo de Dios” para reforzar esa dádiva que es la fe (Hebreos 11, 1), y también creía que era un afortunado al saber quien era, de donde venía y a donde iba. Y reconozco que, para aquel estudiante de teología adolescente, atreverse a leer otros libros sagrados no supuso ningún trastorno en la fe. En aquella primera y superficial lectura El Corán me pareció sangriento (tanto como nuestro Talmud judío), el Popolvuh un absurdo mitológico, el Bhagavad-gita el delirio de un dios belicoso que se rebela en un carro de combate, en plena batalla…
Pero cuando leí las reflexiones del estudioso rumano Mircea Eliade, en su monumental “Tratado sobre la historia de las religiones”, empecé a intuir que existían muchas otras formas de entender a Dios, además de Jesucristo. En realidad la “Historia de las religiones” de Mircea Eliade es un conjunto de volúmenes, el cuarto y último publicado tras su muerte, el 22 de abril de 1986, que algunas editoriales, han compilado posteriormente en un solo tomo. Y supone un delicioso viaje a través del tiempo, y del mundo, acompañando a seres humanos, de todas las culturas, en la búsqueda más antigua de la historia. La búsqueda de Dios.
Y cuando las dudas empiezan a mermar las convicciones religiosas, un libro como “Ayer era milagro”, de Werner Keller, editado por Brugera en 1974, con facilidad te golpea en la línea de flotación de la fe. Keller, como muchos otros autores después, analiza los milagros desde el punto de vista de la psicología y la parapsicología, y sin necesidad de renegar de los fenómenos místicos, ofrece una alternativa muy diferente a la del magisterio católico. Este libro además presenta un índice onomástico, una costumbre perdida por la mayoría de editores de este tipo de libros, que convierte la obra de Keller en una excelente herramienta de consulta.
Así que, tocado por las reflexiones de Eliade y Keller, no le costó mucho hundir definitivamente mi fe al exsacerdote jesuíta Salvador Freixedo, que en los años 70 y 80 publicó libros-bomba, por su elocuente trasgresión, como “Porque agoniza el cristianismo”, “El cristianismo un mito más” o “Israel: pueblo contacto”, que terminaron por hacer trizas mis muletas espirituales, y me obligaron a dejar pensar que nadie va a ganar el cielo por nosotros… ni siquiera Dios.