Desde los tiempos en que Gengis Khan convirtió a Mongolia en el imperio más importante del la historia mundial -mayor que el imperio romano o español- mucho han cambiado las cosas en este gigantesco país casi despoblado.
Con una espacio geográfico que casi triplica al de España, y tan sólo 2 millones de habitantes, recorrer la colosal estepa mongola supone una apasionante aventura. Aventura en la que resulta más que recomendable contar con la compañía de algún amigo mongol que pueda asesorarnos sobre las costumbres, idioma, etc. En nuestro caso tuvimos la fortuna de contar con un excepcional compañero de viaje, el General Battsagan Tsiiregzen, ex-viceministro de Seguridad y Policía, y miembro de Interpol desde que, en 1992, la policía mongola se adscribió a este servicio.
Viajar a través de Mongolia es bastante seguro, no existen altos índices de delincuencia que deban preocupar expresamente al viajero. Mas bien al contrario. En un país en el que el 50% de la población es nómada, el viajero disfrutará de la proverbial hospitalidad que todo pueblo nómada ofrece al forastero.
Nosotros mismos pudimos constatar la extrema amabilidad con que los pastores de la estepa agasajan al extranjero, aun a pesar de que los estómagos occidentales no estén familiarizados con los productos típicos del país. Y es que la dieta tradicional mongola se limita, prácticamente a la carne y los lácteos.
Los yogures de leche de yak, los quesos de leche de camella, o el “airag” (leche de yegua fermentada), son algunos de los productos lácteos que nos ofrecerán sistemáticamente en toda vivienda nómada que visitemos en nuestro viaje.
LA SEGUNDA PATRIA DEL BUDISMO
Encajado entre la frontera soviética de Siberia y China, Mongolia ha sido un país oficialmente ateo durante sesenta años.
En la década de los treinta, y durante la guerra contra los manchures, Mongolia solicitó ayuda a Stalin, quien apoyó a los mongoles a condición de que se afiliasen al bloque comunista, lo que implicó una feroz persecución de las “supersticiones” religiosas. Esto motivó que en poco tiempo fuesen cerrados, o destruidos docenas de monasterios budistas, y cientos de lamas detenidos o exiliados. El comunismo imperó en el país durante décadas, hasta que a principios de los años noventa la caída del bloque del Este hizo resurgir el budismo en Mongolia. En este sentido, las visitas del Dalai Lama al país han impulsado notablemente esta religión, hasta el extremo de que el 90% de la población mongola se confiesa budista.
En la actualidad los monasterios budistas, que esta década han comenzado a ser reabiertos por todo el país, son amparados por los cuerpos de seguridad. Un excelente ejemplo lo encontramos en la ciudad de Hovd. Justo enfrente de la Comisaría Provincial de Policía, al otro lado de la calle, se encuentra el Monasterio Budista de Hovd. Resulta altamente recomendable visitar este, como cualquier otro monasterio budista del país. Los estandartes, las estatuas, los fastuosos altares merecen, por mérito propio, ser inmortalizados con nuestras cámaras fotográficas.
En realidad el budismo llegó a Mongolia durante el reinado del Khan Kublai, con quien tuvo sus primeros contactos el explorador italiano Marco Polo en el siglo XIV. Kublai Khan era nieto del temido Gengis Khan, que años antes había convertido el imperio mongol en el mayor de toda la historia, extendiendo sus fronteras por todo el continente asiático, y llegando hasta Europa. Pero el nieto de Gengis Khan, más hábil en cuestiones diplomáticas que su abuelo, y más inquieto por cuestiones culturales que por el arco y la espada, invitó a visitar Mongolia a un erudito lama tibetano llamado Named Pagba, convirtiéndolo en uno de sus más importantes asesores en la corte. El lama Pagba no sólo cumplió un importante papel en las cuestiones de Estado con sus asesorías, sino que impulsó definitivamente la gradual introducción del budismo en Mongolia, que poco a poco fue robando adeptos a la religión ancestral de las hordas mongolas: el chamanismo.
Por todo ello resulta innegable la influencia que el budismo ha tenido en la historia y la cultura de Mongolia, sin embargo no se trata de la única religión existente en el país. En la provincia de Olgii, en el extremo noroeste del país, existe una especie de colonia musulmana: los kazaks.
Originarios del Kazakistan, los kazaks son mongoles “de adopción”, que tras un exilio en China no pudieron regresar a su país tras la llegada del comunismo, y que se asentaron en la provincia más occidental de Mongolia.
Su gastronomía, religión, idioma y costumbres son diferentes a las del resto del país, manteniendo tradiciones ancestrales que se pierden en la noche de los tiempos, por ejemplo, la cetrería. Sin embargo, los kazak no cazan con halcón, sino con enormes águilas imperiales cuyo adiestramiento y técnicas de aprendizaje son un secreto que se trasmite oralmente de generación en generación. En la actualidad quedan pocos cetreros, y no resulta fácil localizarlos en las inmensas estepas mongolas. Debemos agradecer nuevamente a los funcionarios de la Policía de Mongolia, concretamente al inspector Auija, de la Comisaría Local, que nos acompañase hasta las riveras del río Buyant, donde pudimos conocer a algunos de los últimos kazaks que cazan con águila. Sin duda la estampa de los cetreros kazaks, portando sus espectaculares águilas mientras galopan por la estepa, supone uno de los espectáculos más impresionantes. Lobos, zorros, alces, serán algunas de las piezas que pueden cobrarse con tan insólita arma alada los cazadores kazaks.
Pero no solo Islam y Budismo conviven en Mongolia. En el extremo norte del país también perviven todavía algunos chamanes, herederos de la religión más antigua del mundo. Y en el interior podremos encontrar algunas –aunque pocas- iglesias cristianas. Según nos comentaba nuestro buen amigo, el General Tsiiregzen –con quien convivimos durante las 5 semanas en que recorrimos todo el país-, tras la caída del Bloque del Este algunas sectas y religiones minoritarias han comenzado a llegar al país provenientes de China, Rusia, etc.
NADAAM: UNA TRADICION DE 13 SIGLOS
Una vez al año pastores y ganaderos nómadas de todo el país se dirigen a la capital, Ulaam Baatar, para participar en un festival tradicional que se celebra en Mongolia desde hace 13 siglos; el Nadaam.
Con la misma sobriedad que en tiempos de Gengis Khan, los jinetes y guerreros más prestigiosos del país acuden a medir sus fuerzas en una celebración que paraliza el país.
Tres tipos de “deportes” dividen la atención del público durante dos días; las carreras de caballos, el tiro con arco y la lucha.
El tiro con arco, obviamente, era una de las pruebas más importantes en los tiempos del Khan, al considerarse como una de las armas más importantes de las hordas mongolas. Hoy el tiro no pasa de ser una disciplina deportiva completamente incruenta, en la que tiradores y tiradoras pujan por la mejor puntuación.
Mas espectaculares resultan las carreras de caballos. Los caballos mongoles, muy peludos y de corta estatura, son sin embargo extremadamente resistentes. Esta fue otra de las armas secretas que permitieron a Gengis Khan crear su colosal imperio. Y podemos testificar sobre la indescriptible espectacularidad de las carreras del Nadaam, en las que hasta 400 caballos pueden participar en unas durísimas carreras en las que galoparán hasta durante 30 kilómetros, lo que hace que algunos de los caballos literalmente mueran de agotamiento antes de llegar a la meta. Nosotros presenciamos personalmente el fallecimiento de algunos caballos sólo 15 metros antes de cruzar la meta.
La tercera disciplina del Nadaam es la más importante: la lucha. 500 luchadores llegados de todo el país se reúnen para competir por el más alto honor existente en el país. El ganador de la lucha del Nadaam es reconocido como un héroe nacional. Ni siguiera el mejor goleador de la liga en España podría equipararse al prestigio y reconocimiento popular que disfruta en mejor luchador de Mongolia. Este año, y tras una reñida competición el vencedor del Nadaam resulto ser el funcionario de policía Badmányambuu Bat-Erdene. Coronel y Presidente de la Asociación Deportiva de la Policía de Mongolia, Bat-Erdene ha sido vencedor del Nadaan en 11 ocasiones, aunque no consecutivas, lo que nos puede dar una idea de la popularidad de que goza este funcionario de policía en todo el país. Sin duda los posters, camisetas y cromos que hemos podido observar por todo Mongolia, con la imagen del Coronel Bat-Erdene, han supuesto una fuente de inspiración para todos los jóvenes del país, que optarán por el deporte antes de por otras distracciones más perniciosas para su salud.
Y es que, aunque todavía circunscrito a la capital, el problema de las mafias y del narcotráfico, ha comenzado tímidamente a hacer su aparición en Mongolia. Una razón más para dejar los núcleos urbanos –aunque solo existen 2 o 3 ciudades importantes- y aventurarte en las estepas. Te garantizamos una aventura que no olvidarás...