Pese al escepticismo con que policías, criminólogos y criminalistas deben acoger las aportaciones de videntes, lo cierto es que en algunos casos, como el de Anabel Segura, sólo el paso del tiempo demuestra que el psíquico tenía razón, cuando todos creíamos que estaban equivocados. En otras ocasiones ha sido la evolución de la criminalística, y nuevas técnicas policiales como el análisis de ADN, las que con el paso de los años parecen dar la razón al vidente. Tal es el caso de Peter Hurkos y el misterio del Estrangulador de Boston.
Mi libro “Los Expedientes Secretos” se publicó en 2001, y en él dedico un capítulo a las investigaciones de Hurkos, reclamado por la policía de Boston para colaborar en el caso del estrangulador. Hurkos, que ya había colaborado con otras policías americanas y europeas, pudo acceder a los informes policiales, a las fotos de la escena del crimen e incluso a varios objetos de las víctimas para realizar sus “pesquisas psíquicas” y siempre afirmó que el autor de los asesinatos era un tal Thomas O´Brian. Sin embargo la policía de Boston consiguió arrancar una confesión a un enfermo mental –y por tanto inimputable- llamado Albert DeSalvo, quien ha pasado a la historia como “el estrangulador de Bostón”. Hurkos murió afirmando que DeSalvo era inocente, y que el verdadero asesino en serie seguía libre. Así ocurrió y así lo relaté en mi libro.
Un año después de su publicación, con las afirmaciones de Hurkos en negro sobre blanco, y 40 años después de los famosos crímenes de Boston, el caso del estrangulador fue reabierto. La familia de una de las víctimas, Mary Sullivan, había conseguido permiso para exhumar el cadáver y realizar un análisis de ADN inimaginable en la época de los crímenes. El resultado del moderno análisis es que la huella genética del esperma de Albert DeSalvo no correspondía al encontrado sobre el cadáver de la Mary Sullivan. Es decir, DeSalvo no fue el estrangulador que asesinó a Sullivan, ni presuntamente a las otras víctimas. La genética vino a dar la razón a Hurkos, y a su “sentido azul” 40 años después.
“Sentido azul” es una expresión utilizada en algunos ambientes policiales para referirse a lo que en criminología estudiamos como “proceso deductivo experiencial”, es decir, el “olfato” de los policías veteranos que parecen “oler” las pistas que a otros pasan desapercibidas. Pero desde que en 1991 el escritor Arthur Lyons y Marcello Truzzi, sociólogo escéptico co-fundador del CSICOP, escribieron “The blue sense”, este término se ha convertido en sinónimo de “investigación psíquica” al servicio de la Ley.
Pude conocer a Marcello Truzzi durante su participación en el Congreso Mundial de Parapsicología Científica celebrado en Madrid hace unos años, y en que compartió cartel con parapsicólogos tan prestigiosos el Dr. Stanley Krippner, el Prof. Robert Morris, o el prestigioso Dr. Brian Josephson, Premio Nobel de Física en 1973 por sus investigaciones sobre los superconductores. Truzzi es un personaje excepcional en la historia de lo paranormal. Catedrático y Director del Departamento de Sociología de la Eastern Michigan University, fue uno de los fundadores del movimiento escéptico en los EE.UU, siendo editor de la pionera revista Zetetic (predecesora del Skeptical Inquirer). Truzzi fundó, junto con Paul Kurtz el polémico CSICOP (Committee for de Scientific Investigation of Claims of the Paranormal), pero al ver la intolerancia, el fanatismo y los intereses de quienes se autodenominaban “escépticos”, atacando lo paranormal de forma gratuita, y sin realizar ningún tipo de investigación previa a la crítica, Truzzi abandonó el CSICOP, lo que supuso un golpe del que el MEO (Movimiento Escéptico Organizado) norteamericano, jamás se repuso. Lejos del pseudos escepticismo comercial y fanático, Truzzi fundó el Centro para el Estudio Científico de las Anomalías, y la revista The Zetetic Scholar, donde cuestionó, con el mismo sentido crítico, a los fanáticos del escepticismo y a los fanáticos de lo paranormal. Y en contra de lo que afirman tantos pseudos escépticos, la famosa frase “afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias” no es de Carl Sagan, sino de Truzzi, que también exigía esas pruebas a quien afirmaba que tal o cual caso era un fraude. Truzzi murió el 2 de febrero de 2003, a los 67 años de edad, mientras trabajaba en una autobiografía en la que repasaba sus contactos con el FBI, y otros cuerpos policiales norteamericanos, con los que colaboró en materia de videntes y “detectives psíquicos”. Porque Truzzi, como muchos policías, espías y expertos en el fenómeno criminal, era de la opinión de que los videntes “sean o no auténticos, son útiles”. Truzzi fue inspirador de algunos experimentos hechos en España para potenciar este poder…
“Sean o no auténticos, son útiles”
En 1951, mucho antes de unirse a la policía de Boston en busca del estrangualador, Peter Hurkos fue requerido por agentes de Scotland Yard para que les ayudase a localizar la Piedra de la Coronación escocesa o “Piedra del Destino”, robada en la Abadía de Westminster. La Piedra de la coronación es uno de los símbolos fundamentales de la mitología británica, que desde el siglo XIII, se coloca bajo el sillón de la Coronación en la citada Abadia, sobre el cual se sentaban los sucesivos reyes de Inglaterra el día que eran nombrados soberanos.
Cuando Hurkos visitó la “escena del crimen”, sea por suerte, casualidad o por su “sentido azul”, los agentes descubrieron la palanca que los ladrones habían utilizado para mover la piedra, de 250 kg. de peso, de su zócalo. Herramienta del delito que policialmente tiene un interés evidente, tanto lofoscópico como genético. Pero lo más fascinante es que Scotland Yard ideó una de las primeras “operaciones psicológicas” contra el crimen de la historia policial, utilizando la fama de un vidente. La prensa, que ya había convertido a Peter Hurkos en el famoso “hombre con cerebro de radar”, no sólo divulgó, y quizás exageró, los éxitos de Hurkos, como el hallazgo de la palanca, sino que difundió la noticia de que el vidente había realizado un retrato-robot de los autores del robo. Pocos días después los ladrones devolvían la joya, atemorizados por los supuestos poderes del psíquico… A esto se refería Marzello Truzzi al decir que los videntes pueden ser útiles para la investigación criminal, tengan o no facultades psíquicas.
Los delincuentes suelen ser muy supersticiosos, y esto quizás se comprenda mejor a través del sorprendente caso de Antonella Mastropaolo, vidente milanesa detenida en 1996 en una operación que la policía italiana contra el crimen organizado. Mastropaolo era visitada por una banda de delincuentes que consultaban a la cartomante cual era el mejor momento para cometer los robos, e incluso cuales eran los mejores objetivos. La vidente cumplió condena con el resto de la banda…
En otros casos los videntes pueden ser el discreto vehículo para que un testimonio o una confesión llegue a la policía. Hace sólo unos días, la prensa internacional se hacía eco de la publicación de “A verdade da mentira”, el libro en el que Gonçalo Amaral, jefe de la policía judicial portuguesa que llevó el caso de Madeleine MCcann, y donde expone sus conclusiones sobre la desaparición de Maddie. A lo largo de más de 200 páginas Amaral plantea sus argumentos para considerer a los padres de Madeleine sospechosos de su muerte y desaparición. Argumentos que coinciden en gran medida con las revelaciones que la única vidente que se desplazó de España a Portugal, el pasado abril, para buscar a Madeleine, había hecho meses antes de la publicación del libro de Amaral. Pues bien, en dicho libro el jefe de policía expone como uno de sus argumentos para sospechar de los McCann que Kate, madre de Madeleine, «comenzó a dar algunas informaciones relativas a la localización del cadáver de su hija». Tales datos «les serían dados por personas con poderes psíquicos o paranormales. El cadáver se podría encontrar en un colector de desagües que desembocaba en la playa de la Luz o en los peñascos donde a veces iba a correr».
Y es que Gonçalo Amaral, como todos los policías de homicidios veteranos, sabe que en muchas ocasiones los testigos de un delito se escudan en supuestas revelaciones paranormales, o en videntes, como fuentes de la información que quieren desean a la policía. En este sentido, una fuente del grupo de homicidios de la Guardia Civil declaraba: “Cuando un vidente nos da una noticia cierta, no se trata de un videntes, es un confidente… En realidad son personas que saben algo sobre un crimen o una desaparición. Nos llaman y utilizan esa historia para no tener que acudir como testigos al juzgado, o para evitar represarías… Muchas veces nos dicen que son videntes o que una vidente les ha llamado, o que han tenido un sueño. Suelen ser, al final, personas cercanas a la victima o al asesino, que nos cuentan detalles y pistas que no se atreverían a decirnos con su nombre y apellido…”.
Pero esa es un arma de doble filo, ya que en algunos casos, es posible que un vidente sea utilizado también para desinformar. Y en algunos casos celebres de la moderna historia criminal española, se llegó incluso al extremo de que algún vidente se convirtiese en testigo de una falsa acusación, como ocurrió con el testimonio de la vidente malagueña Marisa Sevillano, alias "la Bruja", en el caso Waninkhof.
Aunque nacida en Córdoba, de familia militar, “la bruja” se convirtió en tal en su consulta malagueña. Pero dicha consulta nunca había conocido tanta afluencia de clientes como después de que Sevillano se convirtiese en una de las testigos de la acusación, en el juicio paralelo que Alicia Hornos, madre de Rocío Wanninkhof, lideraba contra su ex-amiga Dolores Vázquez. “La bruja” declaró que la acusada había acudido a su consulta de vidente y le había contado ciertos planes de venganza contra Rocío. En un programa de Tele5, emitido en octubre de 2001, Sevillano declaró que durante la inspección ocular realizada por la Guardia Civil en casa de Dolores Vázquez, habían encontrado una tarjeta de la vidente, que podría avalar la relación entre acusada y testigo, sin embargo en el acta de inspección levantada en cada uno de los dos registros no consta dicho hallazgo, como si me consta que ha ocurrido en otros casos similares. Pese a ello, el testimonio de la vidente fue otro de los elementos utilizados para condenar públicamente a Dolores Vázquez.
Por norma general, estadísticamente hablando, en la inmensa mayoría de los casos, la intromisión de un vidente en una investigación policial, sobretodo en casos angustiosos de secuestros prolongados o crímenes no resueltos, es dramática para la familia de la víctima. Yo puedo dar fe de ello. Durante la desaparición del pequeño niño gitano Jonathan Vega, en el año 2000, su madre, Rosa Barrull me confesó que numerosos videntes se habían puesto en contacto con ella para revelarle el paradero de su hijo… a cambio de una “módica” recompensa. Exactamente lo mismo me dijeron los padres de Anabel Segura, las niñas de Alcasser o David Guerrero, entre otros. Sin embargo, en algunos casos excepcionales…