A pocos más de una hora de carretera desde St. Louis, circulando en dirección Sur, se encuentra Kebemer. Desde ahí sale el desvío hacia el Este en dirección a Touba, donde se erige la mansión del Gran Marabú de Senegal, un punto de peregrinación importante en el país para miles de creyentes en los poderes mágicos y espirituales de los hombres santos del Islam.
Llegamos a Dakar, la capital de Senegal, tras 250 kilómetros de carreteras razonables, invadidas en los momentos mas inesperados por camellos, vacas u otros animales, lo que convierte la conducción en un arte de necesaria concentración.
En el barrio de Tongor, perteneciente al pueblo de Yof, a pocos kilómetros de Dakar, establecimos nuestro campamento. Y Alá quiso, caprichosamente, que escogiésemos justo ese lugar, donde descubrimos, para nuestro asombro, la morada de un genio invisible: un Jinna.
En Yof se encuentra una gran finca que aparentemente esta abandonada. El solar, sobre el que no se ha construido nunca, esta rodeado por edificaciones importantes, como la Casa Aguaba, un acogedor hotel, regentado por el español Nicolás de la Carrera, y recomendable para todo viajero que llega a Senegal. Pero nadie se ha atrevido a construir en esa finca, que permanece cercada desde hace generaciones. A pocos metros un Baobab, el árbol sagrado, subraya el carácter místico del lugar.
La finca es el hogar de Maridiane, un genio femenino, un yinna, que vive y protege el pueblo. Una familia senegalesa tiene la misión, desde hace generaciones, de cuidar el lugar santo, y realizar las pertinentes ofrendas a Maridiane. De esta forma, respetando y cuidando al genio del lugar, los pescadores del pueblo pueden pedirle su ayuda cuando amenaza tormenta, o los bancos de pesca escasean.
Esa devoción popular, repetida en todos los países del mundo islámico, es también utilizada por los marabús, a quienes se considera en muchos casos capaces de tratar con los genios, y pedirles su ayuda para un determinado servicio.
En Siria, Egipto, etc, hemos tenido la oportunidad de recabar extraordinarios relatos sobre los poderes de los marabús y sus alianzas con los finas o Inc.
EL SECRETO DE LAS PIRÁMIDES
“No Señor, la Gran Pirámide ni la construyeron los antiguos egipcios, ni tampoco los atlantes, ni los extraterrestres. Fueron ellos... los Yinns...” Estas palabras, de uno de los trabajadores egipcios que participa en las excavaciones arqueológicas en la meseta de Giza reflejan perfectamente el sentir de muchos de los habitantes de los pequeños poblados rurales que rodean la necrópolis de las pirámides, y que mantienen las creencias islámicas ancestrales.
Según las leyendas populares egipcias, los genios fueron los constructores y custodios de las pirámides, y todavía hoy, en los albores del siglo XXI se supone que esas criaturas sobrenaturales vigilan las colosales pirámides, protegiendo estas magnas construcciones de blasfemos y profanadores.
Dice la leyenda, sustentada por los testimonios de algunos trabajadores de Giza, Sakkara, etc, que afirman haber visto con sus propios ojos a los Yinns, que cada pirámide tiene un genio protector, quien en ciertas ocasiones se deja ver por los mortales. De esta forma la pirámide de Kefrén, por ejemplo, estaría habitada por un fantasma con forma de niño, pero que pude aparecerse convirtiéndose en un aterrador gigante. La Gran Pirámide, sin embargo, estaría protegida por un “Inc.” con apariencia de una hermosa mujer que, cuando algo amenaza la Pirámide de Keops, se aparece con unos gigantescos y terroríficos dientes puntiagudos…
Al margen de las disquisiciones exegéticas de los islamistas más eruditos, y de los intérpretes del Corán más escépticos, para el pueblo musulman los Yinnas son tan reales como lo son los ángeles de la guarda para los católicos. Ellos, a medio camino entre Alah y los humanos, son los verdaderos propietarios invisibles del planeta. Y dependiendo de que el mortal que entre en contacto con ellos, le caiga o no en gracia, podrán someterlo a las burlas más incomprensibles, a los dramas más aterradores, o beneficiarlo con maravillosos dones y prodigios, comparables tan solo a los de Aladino y su lámpara maravillosa... Y los marabús tienen el poder de aliarse con esos genios, y utilizarlos en nuestro beneficio… o eso dice la creencia popular.
Waell, uno de nuestros guias en Egipto más veterano, nos relataba sin ningún pudor, y con la fe del musulmán devoto, como había visto con sus propios ojos a marabús que podían saltar desde un edificio de cinco plantas de El Cairo, y ser “atrapado en el aire por su genio, para no estrellarse contra el suelo”… Los relatos de prodigios maravillosos descritos por Waell, en Egipto, no tienen nada que envidiar a los supuestos milagros que nos narraba Ahmed en Mauritania. Y a su vez, dichos testimonios se asemejan notablemente a los que podríamos escuchar por parte de los seguidores de cualquier santón hindú, místico cristiano o cabalista judío.
Sin embargo, por la particular idiosincrásica teocrática de muchos países musulmanes, el peso e influencia del marabú sobre la sociedad, es mayor aun que la que un obispo, o el mismo Papa puede tener en un país católico. Por esa razón últimamente todos los servicios secretos dirigen su atención hacia estos líderes religiosos en los países islámicos en conflicto ya que, si un marabú consigue convencer a sus seguidores de que cuentan con el amparo de los finas para liberar al pueblo de Alá de la opresión occidental… ¿Qué ocurriría...? “LA ILLAHA ILL ALLAH". ("No existe más Dios que el Único Dios")