En Cuba persiste todavía una vieja religión africana, la Regla de Palo Monte. El secreto mejor guardado de esa religión se esconde en sus ngangas, los calderos del poder. Objetos capaces de obrar los más increíbles milagros. Viajamos hasta el corazón del Palo Mayombe para descubrir todos sus secretos en exclusiva.
COMO SE FABRICA UNA NGANGA
"Antiguamente era más fácil conseguir el muerto -se queja un anciano de Matanzas- porque los cementerios no estaban tan vigilados. Ahora, con los celadores y los vigilantes nos hacen más difícil conseguir buenos muertos..."
Sin embargo los sistemas de vigilancia del camposanto -las mas de las veces harto precarios- no impiden al palero conseguir su objetivo. No obstante, antes de obtener los restos humanos que completan el proceso de confección de la nganga, el mayombero debe cumplir otros requisitos para construir un buen caldero, y siempre en noche de luna nueva o de luna llena, "porque cuando la luna está muriendo todos estamos también en peligro de muerte".
"La nganga es un universo en miniatura" -nos explica la palera Rosa Sánchez. Ya que en el primer paso en la confección del caldero es la búsqueda y selección de ciertas yerbas, raíces y palos -bejucos, nfita, etc- , tierra de diferentes lugares, restos animales y determinados minerales, como la legendaria "piedra de rayo" o "piedra de centella". A esta última se la "da de beber por separado" -es decir se la riega con sangre-, y después de nuevo con el resto de la nganga.
En el interior de la nganga se depositan unas monedas. Después la base del caldero es "firmada" con los dibujos característicos de los orichas, muy similares a los vevés de la religión vodú, y sobre esa "firma" irá colocado el cráneo humano.
Para obtenerlo el palero acude al cementerio y busca la tumba apropiada. Según algunos autores, los muertos que habrían de habitar en las ngangas más poderosas eran elegidos mientras todavía estaban vivos. Hombres y mujeres crueles, viles o psicópatas, que otorgarían un feroz poder al caldero.
Una vez en la tumba elegida el palero escribía el nombre y apellidos del difunto, y le "propone negocio". Rociando aguardiente en cruz sobre la sepultura, invoca el espíritu del muerto. Si la tierra donde cae el aguardiente se agrieta de determinada forma, significa que el muerto ha aceptado el pacto, y a partir de entonces vivirá en la nganga para cumplir las órdenes del palero, mientras este respete su parte del trato.
"Una sola falange del dedo meñique sirve igual para vincular al muerto con tu nganga, -nos explica un brujo de La Habana- pero es mucho mejor conseguir el cráneo". En el cráneo, según el Palo Monte, se halla la "sustancia espiritual" del difunto: su inteligencia.
El ngangero se hará unos cortes en forma de cruz a ambos lados del pecho y en los omóplatos. Con este "rayado" y con su sangre está firmando su parte del pacto con el muerto.
Y aunque lo más frecuente es que el caldero incluya el cráneo y algún otro hueso del muerto, algunos paleros utilizaban elementos más morbosos. Lidia Cabrera cita el caso de un palero "que pudo hacerse una nganga terrible que conquistó mucha fama en la comarca y se llevó a mucha gente. Desenterró a una adolescente, hija de un sitiero, que murió loca furiosa. Cargó con ella blandita todavía. Pudo sacarle el corazón, que es lo mejor, pero tan difícil de conseguir que nadie tiene tima de gente en sus sanda".
Sorprendentemente, y como es costumbre en el mundo de contrastes que supone la religión afro-caribeña a ojos del europeo, "para que la nganga sea cristiana" se la riega posteriormente con agua bendita (?). Algunos incluso sugieren incluir en la nganga el cráneo de un negro y el de un blanco, "antes la brujería de un negro no alcanzaba al blanco", al colocar ambos cráneos "la prenda lo mismo mata blanco que negro".
Una vez introducidos todos los elementos en el caldero, y tras sacrificarle un animal, la nganga es enterrada bajo una ceiba -el árbol mágico por excelencia en Cuba- "para que pase allí tres viernes". Una vez desenterrado el caldero está listo para demostrar su poder...
El cementerio está desierto. En las noches de tormenta los cementerios siempre están desiertos. Ningún cubano sensato se interna por la noche en los discretos camposantos rurales. Pero si lo hiciese tal vez se llevase una sorpresa, al encontrar a un hombre, o mujer, hurgando en los osarios. O quizás cavando sobre una tumba anónima. Si mirase con detalle tal vez descubriría un deshilachado zurrón colgando al cinto, o una vieja bolsa de paño en la que el profanador introduce algunos objetos extraídos del reventado ataúd. Y si se fijase un poco más descubriría que esos objetos eran huesos, huesos humanos, y algún cráneo del que quizás penden todavía restos de carne putrefacta. Ese cráneo cumplirá una función fundamental en un rito mágico sagrado y temido: el Palo Mayombe. Su misión será culminar el trabajoso proceso de confección de la nganga, la más poderosa herramienta de los brujos afro-cubanos: el caldero del poder.
La Regla de Palo Monte (o Palo Mayombe) es uno de los cultos afrocubanos, como el ñañiguismo, la Regla de Ocha o la Santería, originados en las creencias que se trajeron los esclavos negros de Africa hace 400 años, y que se entremezclaron con el cristianismo que habían impuesto por la fuerza los colonizadores europeos. Pero de todos esos cultos quizás el Palo Monte haya permanecido menos influenciado por el sincretismo que tanto condicionó otros cultos como la Santería. Y tal vez por esa razón, por permanecer más fiel al las raíces africanas, el Palo Mayombe es considerado como el eslabón más primitivo y "salvaje" de los cultos afro-cubanos.
Los sacrificios, la sangre, la utilización de restos humanos, diferencia sustancialmente al palero del santero, quién manifiesta una mayor influencia católica en sus ritos, y también en la apariencia de sus poderes paranormales, ya que las visiones, percepciones extrasensoriales, clarividencias, etc, que viven los santeros y las santeras, se identifican más con visiones místicas y trascendentes.
Algunos santeros que conocimos en Cuba llamaban nuestra atención sobre el fenómeno que viven muchos seguidores de la santería afrocubana, quienes han acusado tanto el sincretismo religioso que han comenzado a olvidar a Changó, o a Osún, rezando y atribuyendo los fenómenos que protagonizan a Santa Barbara, la Caridad del Cobre, etc.
En este y otros sentidos la Regla de Palo Monte se distancia más de la liturgia, credo y dogma cristiano, que la santería, aunque todavía acuse el sincretismo afro-cristiano en algunos aspectos. Sin embargo esas diferencias de fondo y forma entre el Palo Mayombe y la santería han convertido el primero en blanco de los ataque más viscerales por parte de las iglesias evangélicas y adventistas que de un tiempo a esta parte se han asentado en la sociedad cubana. Para ellos -como no- el Palo Monte, como la ufología, la parapsicología o cualquier cosa diferente al pseudo-cristianismo fundamentalista, es una forma de culto satánico, pero nada más lejos de la realidad.