En 1988 comenzó a gestarse un ambicioso proyecto internacional destinado a reivindicar la herencia de la cultura Maya, para el siglo XX, con la celebración de un primer encuentro que reuniese a los herederos de los legendarios mayas desperdigados por cinco países centroamericanos. Ese año se celebró la Primera Reunión Regional del Mundo Maya, con representantes de Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras y los cinco estados mexicanos de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.
En aquella primera reunión internacional se perfilaron los objetivos de este proyecto destinado a sacar de las cenizas del olvido a los Mayas, antes del año 2000. Se definieron las estrategias de mercadotecnia, turismo y cultura, así como las iniciativas a desarrollar para salvaguardar el patrimonio arqueológico de los mayas, y fomentar su investigación. En aquella primera reunión se bautizó el proyecto con el nombre de Ruta Maya.
En 1990, en una nueva reunión internacional, se cambió el nombre de Ruta, por Mundo Maya, se aceptó un logotipo y se dio forma al producto final que reunía a los cinco países citados, en una oferta cultural sin precedentes, orbitando siempre en torno a la recuperación de la cultura, arte, creencias y filosofía maya para el siglo XXI.
En la reunión de 1991 se eligió Guatemala como sede oficial de la Organización Mundo Maya, con la misión de coordinar las acciones de los cinco países mayas, y administrar el presupuesto de un millón de dólares y asistencia técnica dada por la Comunidad Económica Europea.
En los años sucesivos los secretarios de turismo de los diferente países firmaron formalmente un convenio para crear una junta administrativa internacional definitiva, y a mediados de los noventa, con animo de dar el pistoletazo de salida al Proyecto Mundo Maya, los presidentes de todos los países del mundo maya hicieron un recorrido por los enclaves arqueológicos mas importantes de la cultura maya, visitando Palenque en México; Joya de Cerén en El Salvador; Altún-Ha en Belice; Tikal en Guatemala y Copán en Honduras. Precisamente en esa magnífica joya maya hondureña firmaron al final del viaje la “Declaración de Copán” . La resurrección cultural de los mayas, tras siglos de olvido, había comenzado.
LA RESURRECCION MAYA
El mismo día que aterrizamos en Guatemala, capital del Mundo Maya, tras sendas escalas en Honduras, El Salvador y México, nos recibió una sorprendente noticia en la prensa diaria: “Hoy Sepultan a dos Sacerdotes Mayas”. Los cadáveres de dos sacerdotes, de la tradicional religión maya, habían permanecido durante mas de cien horas en la morgue de Quetzaltenango, sin que nadie acudiese a identificar los cadáveres que, por otro lado, habían muerto en extrañas circunstancias.
Pero la noticia, esencialmente, nos revelaba que, en algunos lugares del Mundo Maya, todavía hoy permanecen vigentes las religiones, filosofía, cultura y tradiciones mayas, tal y como se las encontró Hernán Cortés hace cinco siglos.
En las ciudades sagradas de Copán (Honduras), Palenque (México) o Tikal (Guatemala), tal y como pudimos comprobar, todavía en la actualidad, y tras solicitar los permisos pertinentes, los indios descendientes directos de los maya, continúan haciendo los mismos rituales mágicos y religiosos que hacían sus ancestros. Baste decir, como anécdota que en Tikal nos comentaban algunos de los responsables turísticos de la zona, que el pasado año un ritual de culto al sol realizado por chamanes mayas, provocó un pequeño incendió que pudo poner en peligro parte del emplazamiento arqueológico más importante de Guatemala.
Actualmente el número de mayas (indios centroamericanos) censados en el Mundo Maya oscila ente los cuatro y cinco millones de individuos (dependiendo del criterio que se siga para el censo), divididos en diferentes grupos étnicos que se comunican en, nada más y nada menos, que 30 lenguas indígenas diferentes.
Entre los dialectos originarios de la lengua maya, que todavía hoy se hablan en Centroamérica, están los lacandones, zoques, tzotziles y tzetzales que se ubican en Chiapas, los dos últimos habitan las montañas de San Cristóbal de las Casas; los chotales en Tabasco; los mayas yucatecos en la Península; los quichés, kekchíes y cakchikeles en Guatemala, y los chortíes en Honduras.
Algunos mayas son bilingües, ya que para poder comunicarse con los ladinos (habitantes de esas zonas que no son de ascendencia maya), aprenden el español. Por ejemplo, en los mercados de artesanía que pudimos visitar en varias ciudades y pueblos mayas, observamos como las mujeres indígenas habían aprendido nuestra legua para poder ofrecer sus productos a los turistas, comunicándose el resto del tiempo, entre ellas, en su dialecto maya. Por supuesto, debemos reseñar la excepción de Belice, el único país del Mundo Maya anglófono oficialmente.
Dejando al margen esa excepción, y los grandes núcleos urbanos, en la actualidad, a solo unos meses del año 2000, es posible visitar emplazamientos rurales en los que no se escuchará ni una sola palabra en castellano. Esta ha sido una de las circunstancias que ha permitido que haya sobrevivido hasta nuestros días la tradición oral de los antiguos mayas.
Y gracias a esa tradición, en el año 2000 podremos asistir a esa resurrección cultural del mundo maya que ya se deja sentir en numerosos movimientos juveniles mexicanos, guatemaltecos, salvadoreños, etc.
Grupos musicales y de danza, rescatan del pasado los bailes y cantos tradicionales mayas; sectas religiosas neo-chamánicas reivindican el culto a los viejos dioses del panteón maya y anuncian su inminente retorno (tal y como señalan las profecías mayas en las estelas de Tikal o Palenque); la escultura, pintura y artesanía en general recupera la estética tradicional maya y, por si todo esto fuese poco, nuevos descubrimientos arqueológicos motivan a los inversores para patrocinar más proyectos de investigación en torno a la herencia arqueológica de la más enigmática civilización del continente americano.
En la actualidad la mayor parte de la población genuinamente indígena se concentra en tres grandes áreas; la Península de Yucatán, el estado de Chiapas y los Altos de Guatemala, que recorrimos intensamente, sin embargo también encontramos emplazamientos mayas contemporáneos en Honduras, Belice o El Salvador.
MAYAS POR TIERRA, MAR Y AIRE
La Organización Mundo Maya ha realizado en los últimos años un esfuerzo para facilitar al viajero trayectos por tierra, mar y aire que le permitan conocer más en profundidad esta magnífica cultura. Y nosotros, lógicamente, utilizamos esas tres formulas de viaje.
Obviamente el grueso del recorrido el recomendable hacerlo por tierra, ya que existen miles de sitios arqueológicos en los que debemos hacer parada obligada. Templos, estelas funerarias, altares de sacrificio o necrópolis mayas, plagan todos los puntos geográficos del Mundo Maya, sin embargo, a pesar de encontrarnos en 1999, demasiadas zonas carecen de la estructura básica para garantizar la seguridad de los viajeros. En algunas áreas, como el conflictivo estado de Chiapas, o la Selva del Petén, los transportes públicos (autobuses) son escasos y deficientes. Existe la alternativa de alquilar coches todoterreno y aventurarse por los barrizales que, en la estación de lluvias, se hacen casi infranqueables. Pero en estos casos debemos tener presente un riesgo añadido, y es que la conflictiva situación social de Centroamérica en los últimos años ha generado numerosos grupos de exmilitares, rebeldes, o simples bandas de ladrones, que se dedican a asaltar a los viajeros para robarles todos los objetos de valor.
Afortunadamente esta situación es excepcional, y con un poco de prudencia y sentido común, como en cualquier otro país del mundo, evitaremos los riesgos de ese tipo.
Por otro lado en algunas ocasiones las rutas terrestres deben alternarse con las “navales”, ya que, al recorrer zonas como salpicadas de lagos, ríos o canales, como nos ocurrió en Itzaga, el canal de Chririmulía, o la costa del Pacífico, entre Honduras y Guatemala, nuestro todoterreno en varias ocasiones debió ser embarcado en ferrys o lanchas particulares, para poder sortear esos obstáculos naturales y continuar viaje.
Además, y precisamente para ofertar otras opciones turísticas, la Organización Mundo Maya ha potenciado otra forma de conocer los legados mayas: el aire y el mar.
Por experiencia recomendamos que algunos de estos trayectos se realicen utilizando los servicios de aerotaxis, y vuelos internos de estos países. Algunas compañías aéreas mayas ofrecen la posibilidad de transportar a los viajeros hasta los mismísimos emplazamientos arqueológicos, permitiendo que sobrevolemos algunos de esos centros ceremoniales, disfrutando de unas vistas aéreas espectaculares.
Sin embargo, y como siempre, el mar ha sido el gran olvidado en la investigación arqueológica, y las prospecciones de arqueología submarina, en comparación con la arqueología terrestre, son ínfimas. Este hecho ha sido tenido en cuenta por la Organización Mundo Maya que ha promocionado especialmente en los últimos dos o tres años la “Ruta Maya Submarina”.
Bajo las azules aguas del Caribe que se extienden desde el sur de México hasta Honduras se encuentra el Gran Arrecife Maya; cuevas submarinas, cañones, barcos hundidos y restos arqueológicos rodeados de una vida marina multicolor.
Pablo Bush Romero, quien recuperó con éxito los tesoros perdidos del cenote sagrado de Chichén Itza, fundo el CEDAM, primer club de exploradores submarínos con sede en el Caribe Mexicano, y uno de los impulsores del proyecto submarino del Mundo Maya, un mundo silencioso y desconocido, olvidado por la mayoría de los investigadores, pero que ofrece sorprendentes posibilidades al viajero que quiera sumergirse en el misterio. Nunca mejor dicho.
A solo unos kilómetros de la costa de Quintana Roo, en México, se encuentra la isla de Cozumel, reconocida como una de las capitales del submarinismo mundial. Baste decir que en ella hay más tiendas de buceo que restaurantes. Y en todas ellas se ofrecen excursiones submarinas a los arrecifes que corren paralelos a la costa isleña. De esas profundidades se obtiene el famoso coral negro de Cozumel, tan preciado en la artesanía popular.
También en México, podemos visitar los arrecifes escarpados de Palancar (recomendable solo a buzos expertos), y sus brillantes jardines de coral o los largos y oscuros túneles submarinos aún hoy no completamente explorados; el parque submarino de Chankanaab o el de El Garrafón, en la punta sur de la Isla Mujeres. La Cueva de los Tiburones (con los que por cierto nos encontramos en nuestro reciente viaje a esas aguas caribeñas), presentada al mundo en uno de los documentales oceanógrafo francés Jacques Cousteau, y el banco Chinchorro, un enorme atolón de coral cementerio de varios galeones que se hundieron en sus arrecifes durante la conquista, son otras ofertas submarinas del Mundo Maya en México. Muchos de esos barcos sin duda todavía conservan hoy en sus entrañas sumergidas tesoros arqueológicos de incalculable valor que tal vez, algún día, regresen a los museos mayas que es donde deben estar.
Belice, por su parte, ofrece 270 kilómetros de barrera de coral perteneciente al gran Arrecife Maya. En el único país anglófono del Mundo Maya encontramos una oferta submarina excelente en puntos como el atolón Lighthouse Reef, o el famoso Blue Hole, con una profundidad de hasta 120 metros. Otros puntos recomendables para el buceo, según la Organización Mundo Maya son Half Moon Wall, Silver Caves o la Reserva Marina de Hol Chan.
En Honduras, por su parte, destaca el archipiélago de Islas de la Bahía, compuesto por Islas de Roatán, Guanaja y Utila; miles de acantilados submarinos plagados de barcos hundidos, espectaculares corales y una rica fauna marina.
En nuestro último viaje a Centroamérica tuvimos la oportunidad de realizar varias expediciones submarina, buceando en el interior de barcos hundidos, acariciando tiburones o explorando cavernas y túneles, y debemos recomendar efusivamente a todo viajero que se precie esa forma de conocer los aspectos más desconocidos de esos países.