El 8 de febrero de 1953, el diario "Toronto Daily Star", con titulares que ocupan toda una página, anunció a sus lectores que los "platillos volantes" ya no podían permanecer confinados en el reino de la fantasía, porque se estaban materializando en un hangar de la A.V. Roe Canadá, en las márgenes del aeródromo de Malton. Dos columnas completas explicando los detalles y la precisión de que el ingenio habría podido alcanzar los 2.400 km/h. daban la clara impresión de que el redactor del periódico había conseguido sus informes de un fuente muy digna de crédito (aún quizá no del todo sincera) que, evidentemente, operaba en el propio ámbito de la poderosa compañía aérea.
Como detalla Renato Vesco en su obra: "Algunos expertos gubernamentales, interrogados prontamente por los periodistas de la capital vecina, a fin de substraerse del apuro, declararon evasivamente:
"Las autoridades de Defensa están examinando todas las ideas, aunque sean revolucionarias, sugeridas por el desarrollo de nuevos tipos de aviones supersónicos, entre ellos, también Platillos Volantes. Sin embargo, se está todavía en fase inicial de las investigaciones y deberán pasar algunos meses antes de poder lograr nada concluyente, y siete o más años para llegar a la fase de producción verdadera y propia".
Puesto que varias agencias de prensa mundiales presionaban para obtener confirmaciones y mayores esclarecimientos, el 17 de febrero el Ministro C.D. Howe, respondió brevemente a las insidiosas demandas de los cronistas:
"No puedo decir mucho sin comprometer la seguridad militar acerca del disco volante para el cual, según la prensa, una fábrica canadiense está preparando proyectos revolucionarios. Pero puedo asegurarles, desde ahora, que en el Canadá se estudian continuamente proyectos de aeronaves de nuevo concepto".
El 27 de febrero se unió al concierto de las revelaciones sorpresa la firma interesada -en la revista interna publicada para sus dependientes- del presidente Crawford Jf., quien escribió:
"Como todas las firmas constructoras de aeroplanos que desean permanecer firmes en el mercado, nosotros hemos dedicado una parte sustancial de nuestros esfuerzos a las ideas nuevas y a los proyectos audaces. Uno de éstos puede ser definido como una auténtica revolución en lo que se refiere al proyecto de construcción y a la forma externa. El prototipo en fase de realización es tan revolucionario que, cuando vuele, todos los demás tipos de aviones supersónicos se convertirán en chatarra. Esto es lo que la Avro-Canadá puede decir acerca del proyecto en cuestión".
Después de esta declaración nebulosa e inconcluyente pasaron casi dos meses de calma relativa. Parecía que la noticia (escasamente alimentada por las demasiado vagas indiscreciones) debería sufrir la suerte de tantos otros "booms" periodísticos: el olvido. Pero nuevas noticias alimentarían la polémica. El 21 de abril, el mismo periódico afirmaría que "el mariscal Montgomery, quien se encuentra ahora oficialmente en Canadá, visitó ayer una fábrica aeronáutica en Malton, donde al parecer se encuentra en construcción un platillo volante. Según se afirma, quedó asombrado a la vista de la extraña máquina cuyas características están siendo mantenidas secretas".
Esta noticia, mucho más definida que las precedentes debido a la cita directa de una notable personalidad militar, dio pie a la más extraña especulación. A continuación, el 22 y 23 de abril, incluso el austero "Times" abrió más de una y más de dos veces sus columnas para albergar las noticias procedentes del lejano "Dominion", referentes a aquellos platillos volantes que siempre habían sido suprimidas del rigor de sus mesuradas informaciones.
El 25 de abril, el "Toronto Star" reafirmó sus aseveraciones de enero, precisando:
"Algunos de los más notables ingenieros aeronáuticos canadienses están trabajando en secreto en torno a un misterioso disco volante construido con metal, madera y materiales plásticos, que deberá ser "el arma del futuro". Hace tiempo que circulan rumores de que un aparato de este género está siendo construido en Malton, pero nadie había recibido jamás una confirmación precisa. Ahora, las fuentes oficiales desmienten la noticia, pero no se puede ocultar el hecho de que el mariscal Montgomery, visitando unas instalaciones secretas cercanas a Toronto, quedó asombrado a la vista de la extraña máquina que parece la realización de uno de los dibujos que ilustran las revistas de ciencia-ficción, y que salió de allí moviendo la cabeza y murmurando: "¡¡Fantástico!!". Según el vicemariscal del Aire D.M. Smith, se trataría del estudio preliminar de los planes para la construcción de un caza giroscópico que podría descender verticalmente y volar a una velocidad de 1.500 millas por hora. Una turbina a gas rodaría en torno al piloto que estaría alojado dentro del disco".
Según recoge Vesco, la serie de indiscreciones periodísticas prosiguió todavía durante algún tiempo por la misma pista falsa, favorecida por el hecho de que el órgano de la Aviación Militar británica, la "RAF Flying Review", reprodujo casi por entero el texto original de la encuesta canadiense, confiriendo, por así decirlo, un clima de oficiosidad a las noticias que circulaban.
A título de preocupación, la revista se sintió, sin embargo, en el deber de advertir que "ninguna de las opiniones expresadas en el artículo..." había sido confirmada por el Ministerio del Aire. Este, de hecho, entre el continuo afluir de noticias, mantenía y mantiene siempre la boca cuidadosamente sellada. En cambio, y por suerte para la R.A.F., la verdad sobre los auténticos platillos volantes no resultaba tocada.
A principios de junio, el boletín cotidiano de informaciones de la revista suiza "Interavia" comunicó que, basándose en indagaciones efectuadas por su corresponsal en Canadá, el platillo volante A.V. Roe probablemente no era siquiera un aeroplano circular, sino, sencillamente un caza interceptor a reacción con alas en delta (o sea, de forma triangular). Es decir, un desarrollo ulterior de los conocidos tipos Avro 707 (caza pesado) y Avro 698 "Vulcan" (bombardero tetrarreactor), operativo aún en la realidad.
El corresponsal de la revista, sin embargo, se engañaba -o había sido engañado- puesto que, efectivamente, la firma trabajaba desde hacía algún tiempo en torno a un tercer ejemplar de avión de ala triangular (el tema de los OVNIs triangulares será tratado en el capítulo "La tecnología Secreta"). Este avión era el supersónico C.F. 105 Arrow, pero ese proyecto nada tenía que ver con los platillos que existían desde hacía varios años. Es prueba de ello que, cuando la prensa había ya olvidado el tema, una nueva noticia publicada el 1 de noviembre volvió a agitar el rumor:
"Un mock-up (modelo de madera) del platillo volante canadiense, el aparato secretísimo en cuya existencia muchos no creen, fue presentado ayer a un grupo de científicos y oficiales americanos".
Noticias posteriores acerca del platillo volante de Avro, que había sido bautizado oficiosamente como "Avro-Omega", se recibieron después del 12 de octubre siguiente, cuando el prestigioso "New York Times" afirmó que el aparato estaba siendo sometido a estudio desde hacía por lo menos dos años, y que el coste del prototipo había sido de unos 200 millones de dólares.
Según la prensa anglosajona, el Gobierno canadiense tenía en programa la preparación de escuadrillas enteras de platillos volantes destinadas a la defensa de Alaska y las heladas regiones del Gran Norte. La declarada facultad de interceptar cualquier avión y el despegue-aterrizaje vertical "...totalmente independiente de pistas vulnerables y de pertrechos especiales fijos" lo convertirían en el arma ideal para las operaciones en zonas boscosas del Canadá y en las desconocidas regiones subárticas y polares.
A pesar de tales noticias, los meses continuaban pasando y no se presentaba oficialmente el "platillo canadiense", lo que convencía aún más a los escépticos a ultranza de que el disco volador de Avro era una invención periodística que, sencillamente, no existía.
Finalmente, en marzo de 1954, la prensa divulgó más informaciones detalladas, pues "... preocupada por los notables progresos logrados por los científicos soviéticos en el campo de la aviación a reacción y los cohetes teledirigidos..." la USAF había destinado una fuerte suma (cuya cifra era secreta) para la construcción, en un plazo de tres años, de un prototipo de platillo volante, tan promocionado por la prensa. Y uno se pregunta ¿pero no estaba ya siendo construido hacía un año? ¿Pero no salió Montgomery entusiasmado del hangar al verlo?
Sin embargo, la versión facilitada por la prensa se limitaba a decir: "Se trata de un ingenio que puede descender en línea vertical", precisan los entusiastas líderes de la defensa panamericana a base de un tipo de platillo "que puede permanecer inmóvil en el aire y desplazarse a una velocidad que oscila sobre los 300 km/h. Es decir, un aparato capaz de efectuar exactamente todas aquellas maniobras que se dice efectúan los platillos volantes. Este portentoso medio se debe al ingeniero inglés John Frost, quien durante la pasada guerra trabajó en las dependencias de la gran fábrica británica de Havilland, y pasó después al Canadá con la A.V. Roe de Malton. El aparato, que será realizado por cuenta de la Aviación Militar de USA, no es, sin embargo, el primero de su género que ha proyectado Frost. Hace dos años, había diseñado y sometido al juicio de los técnicos americanos, el proyecto de un vehículo aéreo que, por sus modalidades de descenso, fue denominado "Mantide Volante". Tenía poco más o menos las características del disco actual pero no podía elevarse verticalmente de tierra. Además, su velocidad no superaba los 2.300 km/h. La "Mantide" había interesado al Estado Mayor americano, pero después no se consideró oportuna su realización debido a estas deficiencias operativas".
Continuaron pasando los meses sin nuevas informaciones, y el 3 de diciembre, bruscamente, el Ministerio de Defensa canadiense anunció súbita y oficialmente que abandonaba el proyecto de construcción del disco volante pues "... se ha convenido que éste no hubiera podido hallar empleo alguno útil después." (?)
Nuevamente, el 25 de octubre de 1955 los "platillos canadienses" vuelven a escena con unas declaraciones públicas del secretario de la USAF Donald Quarles:
"Estamos entrando ahora en un periodo de desarollos aeronáuticos altamente interesantes, durante el cual los aviones de forma y características de vuelo inéditas están por aparecer. En un plazo de días, la USAF pondrá en vuelo el primer aeroplano de reacción con descenso vertical (digo yo que este prototipo debió de materializarse de repente en el hangar, ya que oficialmente "no existían" ). Además, tenemos otro proyecto en preparación con el Avro-Canadá LTD, que podría resultar algo parecido al concepto popular de un platillo volante (parece que en ese lapso ya encontraron "empleo útil" al disco volante de Avro...). Pero aún cuando alguno de estos tipos de aeroplano -seguía diciendo el secretario Quarles- presente una forma nueva, como el proyecto Avro, todos son descendientes de los aviones convencionales y no deben ser considerados como cosas sobrenaturales o misteriosas. Los aviones de descenso vertical, capaces de volar horizontalmente y a velocidades supersónicas, serán ciertamente un fenómeno nuevo para nuestros cielos que, en determinadas ocasiones, podrán inducir a la ilusión de que se trata de los llamados platillos volantes. El Departamento de Defensa tomará todas las medidas necesarias (compatibles con los límites impuestos por la seguridad nacional) para mantener informado al público de los nuevos logros de nuestra aeronáutica" (mentira cochina: existían ya numerosos proyectos secretos con aviones extraños que estamos conociendo actualmente). Sin embargo, creo que también debemos reconocer en otras naciones la capacidad de desarrollar aparatos de descenso vertical y de formas no convencionales".
Como señala acertadamente Vesco, buen observador, "Quarles conjugaba muy mal los verbos, equivocando el tiempo". Su pretensión de que los prototipos discoidales vendrían en el futuro era falsa. No obstante, continuemos exponiendo cronológicamente la "historia oficial" del platillo volante de Avro.
Habría que esperar hasta febrero de 1959 para tener nuevas noticias fiables del proyecto Avro. La prensa lo definió entonces como"... un tipo revolucionario de aeroplano de descenso vertical, el cual utiliza el principio de la posición anular que ofrece la posibilidad de incrementar la sustentación durante el descenso mediante el "efecto tierra" en un 100%, y todavía más, con respecto al 15/20% de los helicópteros".
Las comunicaciones posteriores relacionaban el prototipo con el principio que gobierna el vehículo Vickers Hovercraft, concebido en 1953, presentando el proyecto como un avión que acopla las características de las máquinas de almohadón de aire y las de los aviones. Y no era el único (ver capítulo "Otros platillos terrestres"). La prensa, además, añadió que"...el mariscal Montgomery había recibido como regalo un ejemplar de la nueva máquina". Algunas semanas más tarde, otra fuente anónima revelaba además que Inglaterra tenía preparada en el Canadá "...una flota considerable de platillos volantes, a cuyas secretísimas pruebas había asistido el mariscal Montgomery en persona". Tales medios, sentenciaba el prudente cronista, "han sido construidos por la firma A.V. Roe y concentrados después en un aeródromo especial secreto en el medio del país".
La noticia parece altamente exagerada, ya que en realidad, la cancelación de dos pedidos de las Fuerzas Aéreas a la Avro (el caza CF-105 y los turborreactores Iroquois), había obligado a ésta a una reducción de personal.
El 14 de abril de 1959, el General Frank Britton volvió a aludir al "proyecto platillo" al comentar que "en USA no existía todavía un proyecto comparable".
En agosto de 1960, las autoridades militares, en prueba de "transparencia y buena voluntad" permitieron a la prensa ver el Avro-Saucer, rebautizado como Avro-Car. El prototipo que vió la prensa, y que todavía se conserva en el Museo de las Fuerzas Aéreas en Fort Eustis (Virginia), era un biplaza.
Sin embargo, y pese a los vuelos de prueba en las pistas de Malton, tras nuevos meses de silencio, en Diciembre de 1961, el Departamento de Defensa norteamericano decidió suspender el proyecto. Oficialmente, el Avro-Car y todo proyecto de aeronave discoidal había muerto... oficialmente.