Mateo es el único evangelista que cita con detalles la Estrella de Belén y los Reyes Magos. Y así, otras muchas cosas que hacen de éste un particular cronista que bebió, más que ningún otro, en las fuentes proféticas del Antiguo Testamento respecto a la llegada del Mesías. Pero, ¿hizo cumplir en su evangelio lo que anunciaban los textos o los hechos que relata ocurrieron en realidad? ¿Fue manipulado el texto en algunos puntos? Parece que sí.
Sabemos muy pocos datos sobre este evangelista, que pese a no ser el primero, conoció los hechos de forma directa.
La frase “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” parece que fue un añadido posterior y que jamás fue pronunciada por Jesús de Nazaret.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, el Libro de Revelación o Apocalipsis, 21 epístolas y cuatro evangelios. Son las obras que forman el Nuevo Testamento; las últimas, en concreto, son los únicos documentos literarios históricos que hablan sobre la vida de Jesús de Nazaret. Y entre ellos, el Evangelio de Mateo, el primero de los cuatro, pasa por ser una obra clave que nos dará la pista de la influencia que estos libros tuvieron en el cristianismo.
Aunque a los creyentes les sorprenda, la gran mayoría de las epístolas del Nuevo Testamento, así como el libro de los Hechos de los Apóstoles, y la mitad de los evangelios, fueron escritos más de 30 años después de la muerte de Jesús por personas que ni siguiera lo conocieron... Pero ese no es el caso del autor del primero de los cuatro, el apóstol Mateo.
Evangelista judío
Sabemos de él que fue un judío que trabajó en Cafarnaúm de Galilea como recaudador de impuestos para el gobierno. Su verdadero nombre parece haber sido Leví, hijo de Alfeo. Y quizás fue también hermano de Santiago, “el de Alfeo”, otro de los apóstoles.
Pese a ello, es el evangelista sobre el que menos datos conocemos (no sabemos nada sobre su martirio, ni sobre su supuesta actividad en Arabia y Etiopía), aunque conviene señalar que pese a ser el primero en el orden bíblico, no parece ser así de forma estrictamente cronológica, ya que se supone que Marcos es anterior al resto, aunque la aparición del papiro Magdalena Gr-17, perteneciente al Evangelio de Mateo y que pasa por ser el documento testamentario más antiguo entre los encontrados, pueda provocar una pequeña revisión.
Autores como Hugh J. Schonfield han apuntado fechas al respecto. Dice que a pesar de ser el primer evangelio, su texto en versión griega (continuación de la primera, en arameo, datada en torno al año 60) se habría concluido en Egipto hacia el año 90 aproximadamente, aunque algunos autores prefieren retardarlo hasta el año 135.
Mateo se dirige a los judíos de habla griega (que esperaban el Mesías de acuerdo a la profecía bíblica) y, en ocasiones, duplica los milagros de curación citados por otros evangelistas, mencionando –por ejemplo- dos endemoniados gadarenos o dos ciegos de Jericó.
Verdades y mentiras
Inició su evangelio exponiendo, en el primer versículo del primer capítulo, la genealogía de Jesús, que a diferencia de la genealogía crística citada en el capítulo 3 del Evangelio de Lucas, parte del rey David y prosigue hasta llegar a José, el padre de Jesús. Sin embargo, el árbol genealógico de Mateo no coincide con el expuesto por Lucas, extremo que ha sido utilizado por algunos detractores de la Biblia como argumento explicativo y demostrativo de las contradicciones bíblicas. Sin embargo, la genealogía de Mateo tiene por objeto hacer cumplir la profecía davídica del Antiguo Testamento para emparentar así, en un linaje sagrado, a Jesús con el citado rey. Mientras, la otra genealogía podría considerarse como más “terrenal”.
Mateo, al igual que Lucas, utilizó como fuente de inspiración el evangelio escrito por Marcos –que por cierto, no era apóstol- y presenta un cierto desorden en el relato de los hechos de la vida de Jesús, ordenándolos por grupos temáticos (parábolas, milagros, discursos, peregrinaciones, etc.) en detrimento del orden cronológico.
“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Esta es la frase fundamental del Evangelio de Mateo. Y la más polémica. En opinión de los teólogos protestantes fue introducida en el texto durante el siglo II para justificar el poder político de la Iglesia católica y atribuir su fundación al mismo Jesús.
El teólogo Bultan no duda en afirmar que dicha cita es de Mateo, pero no de Jesús. Evidentemente, los exégetas y teólogos católicos no opinan igual, ya que de ser cierto lo sugerido, la institución del papado sería una creación bastarda del evangelista o del autor del “añadido” y no un legado lícito del mensaje del Nazareno.