Hoy es el patrón de ambos oficios. Pintor o médico. Los estudiosos han propuesto ambas profesiones para este evangelista, antes gentil que cristiano que, como Marcos, tampoco aparece entre los apóstoles escogidos por Jesús, aunque sí fue uno de sus primeros discípulos. Pero además, bien podríamos considerarlo como el primer periodista de la historia del cristianismo, a cuya filosofía se convirtió en el año 42.
No solo entrevistó a discípulos y familiares de Jesús, sino que, como sugieren exégetas como Hugh Schonfield, se documentó como lo hubiera hecho cualquier reportero actual, acudiendo a obras de historiadores judíos de la época para ampliar el contexto de cada situación descrita.
Oriundo de Antioquia de Siria, y educado en el paganismo, escribió el tercer evangelio y los Hechos de los Apóstoles, el primer libro de la historia de la Iglesia. Prestó especial atención a la figura de María y fue el único de los evangelistas que se ocupó de la infancia de Jesús. De hecho, incide especialmente en este periodo de la vida del Mesías, a quien vincula, desde las primeras páginas de su texto, con Juan el Bautista, a cuyo nacimiento también dedica algunos versículos.
Acompañó en su segundo y tercer viaje apostólico a Pablo, hasta que allá entre los años 58 y 60 escribió en Cesaréa su evangelio, el más extenso de todos, con 24 capítulos. Lucas es el único evangelista, junto a Mateo, que incluye una genealogía de Jesús en su evangelio (3, 23 y ss.), pero, a diferencia de Mateo, comienza esa genealogía con José, padre de Jesús, y asciende hasta llegar a Adán. Sin embargo, ambas genealogías son diferentes, particularidad que siempre se ha convertido en argumento para quienes cuestionan la supuesta inspiración sobrenatural de los evangelios... ¿Por qué presentan este tipo de contradicciones?
La divergencia de nuestro protagonista respecto a Mateo presenta no pocas incógnitas, ya que no se explica cómo Lucas, que escribió su evangelio más tarde que Mateo, no conocía –¿acaso ignoró?- el texto evangélico de su antecesor, cuyos escritos portaban los primeros misioneros de Jesús en los albores del cristianismo. Y, por tanto, deberían haber sido conocidos por el tercer evangelista en su labor de recopilación “periodística” para la elaboración de sus obras testamentarias.
Sobre él, François Bovon escribió que “por medio de su obra pretendía familiarizar con la fe cristiana a un público variado. Y esperaba también que su relato confirmara las convicciones de sus lectores creyentes. Como hombre de la tercera generación cristiana, Lucas se apoya tanto en los Hechos como en el Evangelio, en tradiciones y fuentes trasmitidas dentro de la Iglesia. Su doble obra completa la Escritura del momento, el Antiguo Testamento, y sugiere un cristianismo con dos polos: el formado por gentes procedentes del judaísmo y el engrosado por gentes que venían del paganismo, cuyos orígenes históricos coinciden con Pedro y Pablo, los dos testigos privilegiados del Mesías-Cristo”. Sin embargo, ni Pablo ni Pedro escribieron ningún evangelio.
Tenía 84 años de edad cuando murió mártir en Constantinopla. Jamás conoció a Jesús, pero fue capaz de retratar sus hechos en la crónica periodística de su obra mesiánica tras entrevistar a diferentes testigos de su vida pública, mencionando muchos detalles que no aparecen en ninguno de los otros evangelios.