Desde que en 1986 un OVNI dejara una enigmática huella en estas montañas argentinas, el interés de los investigadores la ha convertido en uno de los enclaves misteriosos más importantes del continente americano y ha puesto en evidencia la base histórica de los mitos indígenas, que localizan en este lugar la residencia de los dioses blancos.
Las horas pasaban, y lo que había pretendido ser una visita rápida a uno de los cerros de la cordillera del Uritorco, en la provincia de Córdoba (Argentina), terminó convirtiéndose en una pequeña aventura. Cuando llegamos a Los Terrones, y decidimos subir a uno de sus riscos para tomar fotografías de la zona donde supuestamente se ubica la ciudad invisible de Erks, no podíamos imaginar que terminaríamos perdiéndonos durante varias horas entre aquellas escarpadas peñas.
Nos acompañaban el ufólogo Virgilio Sánchez Ocejo, y los responsables del Centro de Informes OVNI de Capilla del Monte, Luz y Jorge Díaz. Este contratiempo, aparte de hacernos perder el avión de regreso, obligándonos a regresar a España vía Brasil, nos sirvió para comprender la dificultad que entraña una expedición a este abrupto lugar, recorrido una y otra vez por buscadores de lo oculto. Algunos de ellos, con menos fortuna que nosotros, no se perdieron durante horas, sino durante días, llegando incluso a enfrentar situaciones críticas en su ansia por encontrar a los «dioses» que, según las leyendas de los indios comechingones, se ocultan en las entrañas del Uritorco.
El llamado Cerro Uritorco es en realidad una cordillera formada por numerosos picos, que saltó a la fama el 9 de enero de 1986, cuando un Objeto Volante No Identificado sobrevoló la vivienda de la familia Gómez. El incidente podría haber sido archivado en los anales de la ufología como un caso más, si no fuese porque este avistamiento dejó unas evidencias muy poco habituales en la casuística OVNI por su nitidez y espectacularidad.
El sauce sobre el cual pasó el objeto, casi rozando sus hojas, cambió de color como consecuencia de la pérdida de toda el agua de sus hojas. Pero lo más espectacular se produjo a ras de suelo. Concretamente, en una de las lomas del Cerro del Pajarillo, donde presuntamente se detuvo el OVNI observado por la familia Gómez, se produjo una espectacular huella circular de más de 100 metros de diámetro. La vegetación en el interior de aquella huella aparecía deshidratada, y los insectos y otros pequeños animales estaban chamuscados como por efecto de una potente radiación.
Hemos tenido acceso a restos de los arbustos y piedras recogidos en el interior de la huella, que todavía hoy, 15 años después del incidente, presentan el efecto visible de aquellas enigmáticas quemaduras.
Naturalmente, muchas voces escépticas se alzaron contra la huella del Pajarillo, alegando que era un fraude y había sido realizada con un soldador de acetileno. Sin embargo, si bien tras el incidente esta huella destacaba nítidamente sobre la verde vegetación, cuando tiempo después un incendio asoló todo el cerro, ésta no desapareció, ya que el fuego quemó todos los arbustos y ramajes, excepto los que se encontraban en el interior de esta enigmática circunferencia.
Hace pocos meses el misterio se renovaba. El pasado verano los OVNIs volvieron a recorrer la región de Córdoba. Y una vez más, uno de estos objetos tan frecuentes en torno a Capilla del Monte y su vecino Uritorco dejó una marca circular en un sembrado. Las fotografías aéreas, tomadas hace pocas semanas, muestran su incuestionable parecido con los famosos círculos de los sembrados ingleses.
El enclave más misterioso del continente
Un enorme cartel erigido por el ayuntamiento a la entrada de la ciudad define Capilla del Monte como uno de los principales enclaves esotéricos del planeta: a 12.102 km de Guiza, a 2.068 km de Machu Pichu, a 11.114 km de Stonhenge, etc. Desde la aparicion del OVNI de 1986 su protagonismo mistérico no ha dejado de crecer.
La huella del Pajarillo abrió la caja de Pandora, y no tardó en peregrinar hasta Capilla del Monte una legión de estudiosos, investigadores, contactados y visionarios. Algunos, como Carlos Fernández y su grupo de investigación, llegaron al lugar inmediatamente después de producirse el incidente.
Tras pasar varias noches acampados en aquellas montañas, no sólo pudieron recabar testimonios de primera mano, sino que se convirtieron en testigos atónitos de las ya bautizadas como «luces del Uritorco». Sin embargo, y contrastando con la investigación seria, no tardó en surgir una rica picaresca que ha convertido a Capilla del Monte en una inmensa boutique esóterica, repleta de tiendas y comercios new age, donde se limpian chakras, se imparten terapias místicas, regresiones a vidas pasadas, y hasta se ofrecen sesiones de energía piramidal a módicos precios.
En nuestro recorrido pudimos visitar varias pirámides, hechas a escala de la Gran Pirámide de Keops, donde presuntamente podemos cargarnos de energías benéficas por unos pocos dólares. Y si esto no fuese bastante, los abundantes puestos de piedras mágicas del Uritorco nos ofrecen la posibilidad de llevarnos un trocito de esa energía telúrica a nuestros países de origen.
Sin embargo, y anécdotas aparte, la revisión histórica y arqueológica del pasado capillense ha terminado por desvelar la tradición mistérica que rodea el Uritorco desde mucho antes que los conquistadores españoles pisasen aquellas tierras. Así, por ejemplo, el Dr. Guillermo Terrera historiador, arqueólogo y profesor de la universidad de Córdoba, fallecido el 19 de noviembre de 1998, acaparó la atención del esoterismo mundial por una de las piezas arqueológicas más extrañas de Latinoamérica: el Bastón de Mando.
Es indudable que este «Bastón de Mando», también llamado «Piedra de la Sabiduría» y «Piedra que Habla» resulta en sí mismo fascinante. Se trata de una pieza de piedra, de poco mas de un metro de longitud, que ha sido objeto de la codicia de los grupos más variopintos de América, en tanto se le suponen propiedades mágicas. Actualmente se encuentra en poder del hijo mayor de Terrera, muy lejos de Capilla del Monte, hasta donde nos desplazamos para examinarlo nuevamente.
Sin embargo, cuando los arqueólogos descubrieron esta insólita pieza en las faldas del Uritorco también encontraron otros elementos rituales de los antiguos comechingones, indios de piel clara y barba que desconcertaron a los conquistadores españoles por su cultura.
Esos descubrimientos arqueológicos, así como ciertas pinturas rupestres que se conservan todavía hoy en algunas cuevas del Uritorco, llevaron a al Dr. Terrera al convencimiento de que los antiguos comechingones habían tenido algún tipo de contacto con civilizaciones no humanas. En varios libros, Terrera afirma que ciertas pinturas discoidales de antigüedad prehistórica representan naves espaciales.
Esta creencia ha sido asumida por diferentes grupos de contacto, que vinculan el Cerro Uritorco y sus antiguos habitantes con las leyendas indígenas de los «dioses blancos», que permitieron a Cortés, Pizarro y otros conquistadores españoles penetrar el Nuevo Mundo para dominarlo, al ser identificados por los aborígenes con aquellos seres míticos cuya existencia recogen todas las leyendas precolombinas.
Bajo el signo del esoterismo nazi
En Buenos Aires, mientras preparábamos nuestra expedición al Uritorco, pudimos entrevistarnos con Sergio Winder, director de la Fundación Wiesenthal para América Latina. Esta Fundación es la más famosa organización de cazanazis del mundo, y fue fundada por Simón Wiesenthal, uno de los supervivientes de los campos de concentración alemanes en la II Guerra Mundial.
A su iniciativa se debe la captura de numerosos criminales de
guerra en todo el mundo. Algunos, como Adolf Eichmann, cayeron en manos de el Mosad (servicios secretos israelíes) en pleno Buenos Aires. El interés de Argentina en esta materia obedece a que muchos oficiales nazis que escaparon al juicio de Nurenberg huyeron a este país, ocultándose de sus perseguidores en ciertas regiones como la de Córdoba, donde existe una de las colonias alemanas más importantes de Latinoamérica.
Lo interesante es que muchos de aquellos oficiales del III Reich, especialmente los pertenecientes a la SS, se llevaron a Argentina las creencias esotéricas y herméticas de sociedades secretas como la Thule, que tanto influyó en la «Trinidad» fundadora del Tercer Reich: Adolf Hitler, Heinrich Himmler y Rudolf Hess. Por esa razón, no debe sorprendernos que algunos de los más relevantes esoteristas argentinos, como el mencionado Dr. Guillermo Terrera, compartieran una cosmogonía muy próxima a los mitos de la ariosofía alemana.
De hecho, la llamada por Terrera «ciencia hermética protoaria», que ha sido recogida por muchos grupos ocultistas argentinos, pretendía que los famosos «dioses blancos» llegados al Uritorco de los comechingones, y que también conocieron otras culturas latinoamericanas como la maya, azteca o Inca, eran en realidad expediciones arias que habrían colonizado el Nuevo Mundo siglos antes de la conquista española.
Esta teoría, unida a los innumerables misterios arqueológicos, históricos, ufológicos y paranormales del Uritorco, ha posibilitado que, en estos mismos momentos, algunos grupos argentinos estén invirtiendo su esfuerzo y dinero en localizar tesoros míticos, como el Santo Grial, en tierras argentinas.